Tudela

Despidiendo el año con Eneko Larrarte: “La palabra que primero me viene a la mente para definir 2015 es ‘apasionante’”

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No era un día típico de junio. Amaneció un poco nublado y ventoso y, conforme pasó la tarde, el ‘calor picante’ anunció una tormenta de esas con las que sí se cuenta en agosto. Verse de alcalde en la investidura de aquel día 14 era algo con lo que no contaba Eneko Larrarte a principios de año. “No fantaseaba con ello, no suelo hacerlo nunca. Me gusta trabajar día a día y pensar a largo plazo pero con los pies en el suelo”, afirma. Seis meses después, el equipo de gobierno que cambió el signo del Ayuntamiento de Tudela tras 20 años ya rueda a toda máquina. Larrarte tiene un adjetivo claro para definir su año. “La primera palabra que me viene a la mente es ‘apasionante’”, dice.

La vida ha cambiado para todos y cada uno de los concejales de la nueva corporación, pero, en el caso de este tudelano de 35 años aficionado al baloncesto, a la Real Sociedad y que ha cambiado las aulas de Jesuitas por el despacho que antes ocupaba Luis Casado, la transformación ha alcanzado cotas insospechadas. “De los alumnos del colegio me acuerdo bastante”, dice. Reconoce que suele preguntar por cómo les va a antiguos compañeros de trabajo. “Al final queda siempre aprecio personal y cercanía”.

Algunas pequeñas costumbres no han sido ajenas a su nuevo rol. “He dejado de hacer muchas cosas. Sobre todo, estar con la familia, con los amigos... fuera del horario habitual hay que atender muchos compromisos”, relata. “Antes solía ir a comer a casa de mi abuela y cuando no iba, avisaba. Ahora es al revés, tengo que avisar cuando voy”, confiesa.

"Para 2016 me gustaría pedir que todos fuéramos un poco más compasivos; con el de al lado, con quien no lo es con nosotros, con quienes lo están pasando mal..."

La familia es una de las patas más sólidas de su banco particular, si no la que más. “Intentamos no hablar demasiado de política, la verdad. Pero siempre surge algo de lo que se habla en la calle y quieren pulsar y conocer mi visión de primera mano. La única que me da tregua es mi abuela”. Con ella y con su madre, le gusta compartir momentos, también en Navidad. “Me gusta la Navidad más por eso, por su dimensión social, que por otros aspectos con los que soy más crítico, como el consumismo que conlleva”, asegura, y añade que “un día 27 o 29 de diciembre” se puede salir a tomar un vino por Tudela y “encontrar a alguien a quien no veías hace mucho tiempo para charlar. Me gustan esos instantes”.

A caballo entre Zaragoza y Tudela, disfruta de las cenas y los encuentros entre tíos y primos que no ve a menudo. “Ya empiezan a llegar los críos pequeños a la familia y estos días se viven de otra manera”, explica. Una tradición, sin embargo, nunca falla. “Mi abuela es de la familia del mítico Bar Arbella y hace los famosos calamares del Arbella”, señala con una sonrisa. “Nunca llegan a la mesa, nos los comemos antes de que empiece la cena el día 31 de diciembre”.

¿Y quién le traía los regalos a Eneko Larrarte cuando era niño? “Todos, era excesivo”, rememora. “Ser de familia de padres separados es lo que tiene, que te llegan por todas partes. Además, mi padre es donostiarra y Olentzero se vivía mucho también”, recuerda. “Para el año que viene les pediría a todos muchas cosas. Una de ellas, que sea capaz de tener la humildad suficiente como para reconocer los errores. Otra, a nivel más global, que nos impliquemos más en las soluciones a los problemas y que seamos más compasivos. Con todos. Con el de al lado, con el que no lo es con nosotros, con quien lo pasa mal... con todos”, subraya.

En el plano más profesional, su gestión al frente del Ayuntamiento llega a un momento clave. “Ya han pasado los primeros meses, y esa corriente de ilusión y de expectativas tiene que convertirse en realidades. Todos sabemos que las circunstancias globales no son las óptimas y por eso el reto es hacer las cosas con muchas más imaginación que dinero”, sentencia.

De cerca

Un libro: ‘El nombre de la Rosa’ (Umberto Eco).

Una película: ‘Desmontando a Harry’ (Woody Allen, 1997). “La escena con el personaje desenfocado me parece brillante”.

Una comida: La chuleta de buey, “a pesar de la OMS (ríe)”.

Una bebida: BitterKas con Campari “justo después de bailar el gigante”.

Un lugar de vacaciones: “Siempre me gusta volver a Donosti”.

Un personaje histórico: Ghandi.