Tudela

“Mantengamos vivo el tejido empresarial ”

Hablamos con Abel Casado Martínez, Gerente del Consorcio EDER, para saber cómo ve el presente y futuro de la empresa ribera en esta pandemia.

Abel Casado Martínez
photo_camera Abel Casado Martínez

¿Cómo llevaste el confinamiento y el cambio de ritmo que supuso?

El confinamiento lo viví con gran preocupación debido a la incertidumbre provocada por formar parte de algo que me resultaba desconocido. También, con un gran pesar por la separación física de familiares y amigos con los que, de golpe, veía reducida la comunicación exclusivamente al contacto virtual, sin poder saber cuánto iba a durar dicha situación. Por último, con dolor y tristeza crecientes, a la vez que con un sentimiento de cierta impotencia, conforme la información que me iba llegando ponía caras y nombres a las personas, más o menos conocidas, que formaban parte de mi paisaje vital y que de pronto se habían convertido en víctimas reales de la pandemia.

En relación a mi actividad personal y laboral, puedo decir que me adapté bastante bien a la nueva situación, algo a lo que sin duda ayudó la buena convivencia con mi pareja y la generosidad y compromiso de las compañeras del Equipo Técnico de EDER, con las que desde el minuto 1 del confinamiento fuimos capaces de demostrar que el sistema de teletrabajo y atención no presencial implantados podían funcionar plenamente en una entidad pública, como es el Consorcio, y responder a la sociedad con buenos resultados aun en los peores momentos de la crisis. En este sentido también es importante señalar que el sistema ha requerido de un esfuerzo añadido bastante importante a la vez que de un plus de organización e innovación internas.

¿Y ahora, en este momento de inicio de un otoño-invierno diferente?   

Aunque seguimos instalados en la incertidumbre de la evolución de la pandemia, contamos con importantes recursos que pueden llevarnos a enfrentarnos mejor a la situación: vamos sabiendo a qué nos enfrentamos y, cada vez más, sabemos cómo protegernos, contamos con experiencia propia de las vivencias de la primavera, las medidas administrativas y sanitarias no nos resultan desconocidas, y la mayoría estamos convencidos de que de esta salimos con un esfuerzo colectivo… 

¿Crees que esta pandemia va a cambiar nuestro modo de vida y la forma que tenemos de entenderla y llevarla? 

Más que creerlo, lo deseo. Una de las cosas más importantes que deberíamos haber aprendido en estos meses es que como individuos y como especie lo más importante es la vida. Sin ella, la economía, la política…, carecen de sentido. Aún más, la pandemia nos ha colocado en nuestro sitio, y ese sitio nos muestra claramente la extrema fragilidad de la especie humana en términos de supervivencia. Nos obliga a tomar conciencia de ello, en el sentido de que hay que transformar nuestra forma de vida si queremos sobrevivir. Tanto en lo que tiene que ver con nuestro sistema de producción como con el de consumo, un sistema que ya no sirve si queremos seguir viviendo, pues está basado en el consumo de recursos limitados, que generan una brecha social y territorial cada vez mayor, que contamina el planeta, reduce su biodiversidad y que en las últimas décadas ha dado lugar a la crisis climática. 

¿Crees que se actuó adecuadamente desde la Administración cuando todo comenzó?

Cuando todo comenzó, y también después, ha habido dos planos que han caracterizado y condicionado la acción de la Administración: el de la sanidad y el de la economía. Más allá de la constatación de que la pandemia sorprendió en un primer momento a todos los países, por la velocidad de su propagación, la valoración tiene que realizarse en términos de la estrategia por la que se optó para combatirla. China, Corea del Sur, Canadá, Nueva Zelanda y la mayoría de países europeos optaron por implementar medidas de contención y control sobre sus poblaciones para evitar el colapso de sus sistemas sanitarios y minimizar los efectos más dolorosos sobre la población, paralizando la actividad de determinados sectores de su economía en periodos determinados. Por el contrario, otros países como USA, Brasil, México, India, Australia o Suecia priorizaron la continuidad de sus economías esperando que el plazo para alcanzar la inmunidad de grupo de su población sería corto, algo que no se ha producido y que les ha llevado a encabezar el ranking de la crisis sanitaria mundial, y a no evitar la caída pretendida para sus economías. 

Para profundizar más habría que preguntarnos también con qué recursos sanitarios y de gestión contaba cada país y si eran suficientes para afrontar una crisis como la vivida. En el caso español no podemos ignorar que la salida de la crisis financiera e inmobiliaria vivida entre 2008 y 2015 se hizo a costa del erario público aumentando la deuda pública y del sacrificio de los servicios públicos, reduciendo las prestaciones y el gasto en los mismos, cobrando especial significado el recorte de la sanidad pública o de los servicios asistenciales. Algo de lo que todavía no nos hemos recuperado. Con estos mimbres, la llegada del Covid a España tenía el campo abonado para que cualquier minuto de duda para hacerle frente multiplicara su impacto sobre la salud de los españoles.

¿En qué se acertó, en que se quedaron cortos, en que pecaron de imprudentes o lanzados?

En mi opinión, se acertó en la Declaración del estado de alarma y en la agilidad para habilitar las medidas económicas con que minimizar el impacto sobre las empresas, especialmente en la instrumentación de los ERTEs y el apoyo a los autónomos, por parte del Gobierno del Estado, algo impensable en la crisis anterior en que quedaron a merced de los acontecimientos. Se quedaron cortos en los plazos para la desescalada, algo que estuvo condicionado por la política de algunas comunidades autónomas que priorizaron la urgencia de sus economías frente a la salud de los ciudadanos y la autonomía total de su gestión frente a la gestión del gobierno. Curiosamente, un camino que ahora se quiere invertir por parte de alguna de ellas. La principal imprudencia, yo la llamaría irresponsabilidad, la hallamos en la política española que sigue siendo cainita, al contrario de lo que sucede en el resto de Europa. Lejos de ser motivo de cohesión del abanico político en torno al Gobierno para hacer frente conjunta a la crisis más grave acontecida desde la Guerra Civil, la pandemia se ha convertido en España en un instrumento de desgaste del adversario para obtener réditos políticos. 

Y ahora ¿se están sabiendo resolver los retos? ¿Por qué? 

Quiero destacar dos hechos negativos de los que también hay que aprender: el relajamiento social tras la desescalada que nos ha llevado a la 2ª ola de la pandemia antes de lo previsto y el relajamiento, con grandes diferencias entre las comunidades autónomas en su acción, para prepararnos sanitariamente para esta 2ª ola. 

Como hechos positivos destacaría la continuidad dada en el apoyo económico a las empresas y autónomos que más están sufriendo la crisis económica y, sobre todo, los logros alcanzados por España en la UE en la negociación del Fondo de Recuperación ‘Next Generation’ y del Marco Financiero Plurianual 2021-2027, que constituyen la base para salir de la crisis y transformar el modelo económico.

¿Cómo ves la economía en este momento de actividad y freno simultáneo con los contagios? 

Me referiré únicamente a la economía de la Comarca. En estos 4 últimos años el esfuerzo de las administraciones públicas y las empresas permitió relanzar y recuperar la economía de nuestra comarca, y con ella su población, el empleo y la renta de los hogares riberos. 

En dicho periodo la Ribera estabiliza su parque empresarial en torno a las 6.500 unidades, si bien mantiene su característica atomización a la vez que ve aumentar la presencia de empresas de tamaño mediano, las de más de 50 empleos. Sectorialmente, destaca el dinamismo del sector terciario, con los servicios y el turismo como protagonistas, de la industria manufacturera, destacando la agroalimentaria, y la recuperación de las energías renovables. Por contra, el sector de la construcción solo es capaz de apuntar una recuperación incipiente. La bonanza económica se manifiesta en términos de aumento de la producción y las ventas, así como de las exportaciones. Como consecuencia de todo ello la oferta de empleo por las empresas aumenta en casi 4.000 empleos, lo que ha permitido reducir las tasas de paro de la población residente hasta situarse por debajo del 10%.

La llegada del Covid-19 y su evolución ha paralizado la dinámica positiva de sectores que habían protagonizado la recuperación como es el caso del turismo, ralentizado la actividad manufacturera, con los primeros cierres importantes como es el caso de TRENASA, y agudizado la crisis del comercio minorista, con importantes consecuencias para nuestra economía. A finales de verano se habían acogido a ERTEs un total de 890 empresas riberas con 7.500 trabajadores afectados. El paro registrado aumentó desde el inicio de la pandemia en un 8%. En este contexto asistimos a una nueva caída de la renta neta media de los hogares y por lo tanto del consumo lo que incide negativamente en los servicios privados y comercios de la Comarca y amenaza con reabrir la brecha social y territorial que, con gran esfuerzo, se había logrado minorar en estos años pasados.  

¿Cómo crees que hay que afrontar este momento y el futuro próximo? 

Creo que se debe insistir en lo que se ha venido haciendo hasta ahora: poner a disposición de las empresas y la población los instrumentos financieros y de apoyo económico suficientes para mantener vivo el tejido empresarial y minimizar el impacto social en las familias y la población. 

Más allá de eso, las diferentes administraciones, cada una en virtud de las competencias que les corresponde, deben hacer un esfuerzo por conocer y realizar un seguimiento a fondo de la realidad que viven sus empresas y vecinos, articular planes que respondan a la problemática concreta de los mismos, captando y movilizando recursos económicos suficientes tanto para estabilizar primero la situación y luego propiciar los cambios necesarios al nuevo modelo económico por el que está apostando la Unión Europea, modelo basado en la transición ecológica y la digitalización. 

Se trata de un esfuerzo coordinado entre las diferentes Administraciones Públicas al que no pueden ser ajenos nuestros ayuntamientos ni tampoco los instrumentos con que cuentan para impulsar el desarrollo de la Ribera Navarra, en este caso el Consorcio EDER y su Estrategia Comarcal de Especialización Inteligente. Nuevamente, como pudimos comprobar a la hora de afrontar la salida de la crisis anterior, la mejor estrategia para sobreponernos a la actual situación no la encontraremos en reivindicarnos como víctimas a la espera de que vengan a salvarnos desde fuera sino en el conocimiento y la confianza que mostremos en nuestras propias fuerzas, la anticipación a los problemas, la cooperación y la generosidad.