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Orígenes y moda del Belén

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Se dice que en el siglo XIII San Francisco de Asís hizo en una gruta la representación del Nacimiento, con animales y personas, simulando, de forma sencilla y divulgativa, el advenimiento de Jesús.

Del barro a la resina

Los franciscanos -herederos de San Francisco- fueron los primeros impulsores de la devoción. Ya en aquella época, en monasterios y palacios nobles se empezaron a hacer representaciones escenográficas del Belén, con sus piezas clásicas. A partir del siglo XIII, los beatos, Libros de Horas, tímpanos de las iglesias, retablos y capiteles presentaron una innumerable cantidad de representaciones de la Natividad, con los distintos personajes del Belén.

Pronto, sobre todo en Italia, empezó a llegar la moda a las casas populares. Entonces, en la humildad del hogar, nació un arte que utilizó sencillas piezas de barro, paja o madera para construir belenes, de un carácter ingenuista, más creativo en lo que se refiere a los materiales que a los personajes.

Carlos III, monarca de Nápoles y más tarde de España, fue tal vez el mayor impulsor del arte belenista que hoy cultivan numerosas asociaciones de belenistas en nuestro país. Este rey empleó a grandes artistas para hacer piezas preciosistas de tamaños pequeños, al estilo de la cerámica de Capodimonte. La costumbre pasó de Italia a Francia y España, donde tuvo un gran desarrollo, que se amplificó con la llegada de los españoles a América. Los propios frailes hispanos aprovecharon este sistema iconográfico para enseñar a los naturales del otro lado del Atlántico el misterio de la Navidad. Y surgieron así dos tipos de belenes: los cultos, amados por los reyes y altos dignatarios eclesiásticos, encargados a artistas célebres o menos famosos, y los sencillos, elaborados por los campesinos, que creaban un escenario similar al que contemplaban sus ojos, con gentes ataviadas con vestiduras como las suyas y un portal poblado de sus mismos animales domésticos.

Desde sus inicios a la actualidad, el Belén ha experimentado cambios, tanto en lo que atañe a su plástica como a los materiales que se utilizan para su construcción.

Luis Merino Barrena, vocal de la junta de la Asociación de Belenistas de Tudela, explica que hoy, frente a los típicos materiales como el corcho y el musgo, “se utiliza el poliespan, al que se le aplica una pasta adhesiva para imitar la textura de la roca, aunque este material también se usa mucho con la escayola como recubrimiento”.

Los belenes de hoy “tienen más construcciones, no sólo rocas como los de antes. Están mucho más elaborados; las escenas del nacimiento se trasladan a casas actuales de pueblos, y ya no se representan en la típica gruta o portal hecho con cortezas”, indica Luis Merino. Por otra parte, los dioramas (representación de una escena concreta del belén) están en auge. “En ellos se trabaja la perspectiva, la iluminación y el color. Es más especializado y artístico que el belén, por lo que lleva más tiempo hacerlo”, mantiene Merino.

En lo que concierne a las figuras, “son las mismas de siempre, aunque cambian las posiciones; por ejemplo, podemos encontrar a una Virgen tumbada o dándole el pecho al niño Jesús, etc”. Los materiales del que están realizadas, sin embargo, sí han experimentando cambios. “Se empiezan a hacer con resinas o pastas especiales, desplazando un poco al barro cocido, aunque este material tradicional se sigue utilizando mucho, sobre todo entre los más nostálgicos”.

Las figuras de los 2 ó 3 artesanos más punteros en España pueden resultar muy caras, aunque si el objetivo es conseguir un belén para siempre, quizás este aspecto no importe demasiado