El verano nos trae la agonía por perder peso y librarnos de esos kilos de más que hemos ganado durante el largo invierno.
La pérdida de peso es simplemente un desequilibrio negativo entre las calorías que ingerimos y las que gastamos. Se trata de la única opción, junto con el ejercicio físico, para perder kilos, pero hay que hacerlo con precaución, sin poner en peligro nuestra salud.
El secreto de una buena dieta, según los expertos, reside en la palabra “equilibrio”. No podemos dejar de comer drásticamente, ya que sería peligroso, y tampoco hay que saltarse comidas. El error más común es desayunar poco, comer mucho y cenar mal. Frente a ésto, cabe decir que el desayuno debe ser la comida más importante, seguida de un almuerzo normal y de una cena ligera. El alimento diario que se recomienda para personas físicamente activas es el siguiente: 2 ó 3 raciones de pescados, carnes y huevos; 3 ó 4 raciones de lácteos; de 3 a 6 raciones de frutas, verduras y hortalizas; y de 6 a 12 raciones de cereales, legumbres y frutos secos. No obstante, el número de estas raciones habría que adaptarlas a la edad, tipología y actividad diaria de cada persona.
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Más importante que comer poco es erradicar de la dieta lo supérfluo y que sólo sirve para para introducir calorías sin más. Esto significa que hay que eliminar las grasas saturadas, y sustituirlas por proteínas, hidratos de carbono y fibra. No obstante, lo más adecuado es ponerse en manos de un especialista.
