Durante muchos años los vinos rosados no han sido muy bien vistos pero hoy en día gozan de popularidad. Les caracteriza la frescura, la ligereza y su gran versatilidad a la hora de maridar con cualquier tipo de comida: unas buenas pochas, ensalada de tomate feo, cogollos de Tudela, chistorra...
Su elaboración puede partir de varias cepas tintas, aunque en Navarra garnacha es la gran protagonista. La clave de dicho proceso está en la maceración, el contacto del zumo con las pieles, y la obtención del mosto sin prensar. En función del tiempo de maceración, se definirá el color y aroma, consiguiendo un color magenta muy atractivo o más pétalo de rosa también muy bonito.
En cuanto los probamos, podemos sentir una frescura especial, una explosión de frutos rojos, grosellas, moras, frambuesas, fresas,... Por esto, se trata de un vino que nos refresca, sacia la sed de verano y nos resulta tan agradable al paladar que nos apetece repetir una copa más o tomarlo a cualquier hora del día.
En estos momentos, en los que las fiestas patronales están cerca, os recomiendo un buen rosado navarro para acompañar en los almuerzos, comidas, cenas,... Siempre con moderación.
Salud y ¡Felices fiestas!
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