Cintruénigo

Vuelven los más “grandes”

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Las dos parejas de gigantes que componen la Comparsa Municipal de Cintruénigo constituyen en la villa del alabastro unos habitantes de excepción. Datadas las primeras figuras de 1944 en que el Consistorio las adquirió como cabezas de cabezudo a una empresa catalana (de ahí las sonrisas de sus caras), los cuatro soberanos son hoy en día casi tan respetados y admirados por los cirboneros como la patrona, la Virgen de la Paz. Y más en estas fechas en que los bailes de estos grandes personajes se convierten en un acto festivo en sí mismo, con multitud de adeptos y seguidores. Los 14 portadores que hacen esto posible se preparan estos días para dar lo mejor de sí mismos en cada una de las 12 actuaciones que han sido programadas para la Comparsa estas próximas fiestas. Y lo hacen con la misma ilusión que siempre, a la hora y en el lugar de siempre. El polideportivo municipal, los jueves por la tarde. Son: Antonio Aliaga, Fco, Javier Chivite, Ignacio Sánchez, Álvaro Calvo, Julián Martínez, Óscar Chivite, José Antonio García, Maikel Ramírez, Jean Christophe Duarte de Melo, Julián Gómez, Jesús Mª Sánchez, José Bea, María Cariñena y Daniel Garbayo. Con edades comprendidas entre los 16 y los 49 años, a ellos se unirá pronto otro miembro y hay varios a punto de alcanzar sus bodas de plata como bailadores. Así lo explica uno de los miembros más antiguos de la comparsa y portavoz de la misma, Álvaro Calvo. El cirbonero agradece de forma especial “la labor de estos veteranos por el esfuerzo físico y sobre todo familiar que supone ejercer de maestro del baile, padre y amigo durante tantos años”.

Y eso que en Cintruénigo la pasión que despiertan los gigantes lo compensa todo tal y como reconoce el propio Calvo. “Sí, en Cintruénigo a la gente le llaman mucho los gigantes. Por tradición, todos los días hacemos el recorrido desde la plaza de toros hasta el Ayuntamiento hacia las ocho de la tarde y, aunque no haya festejo taurino en la plaza, la gente se va hasta allí sólo porque salimos nosotros. Y eso te llena de satisfacción”.

Y es que ver bailar a los gigantes de Cintruénigo transmite sin duda algo especial. El secreto lo revela Álvaro Calvo. “La estructura interior de nuestras figuras es un caballete de madera que llega hasta arriba, hasta el cuello. Eso facilita el baile porque te permite equilibrar mejor el peso que en la mayoría de los que hacen actualmente en los que el caballete llega sólo hasta la mitad del gigante”, dice. A esta ventaja se une, ni qué decir tiene, la habilidad para el baile y la capacidad rítmica de los portadores cirboneros, según Calvo condiciones indispensables para ser buen bailador.

Y nunca mejor dicho. En la villa del alabastro las grandes figuras se mueven a ritmo de charanga y no de gaita o dulzaina, como suele ser lo habitual, lo que acelera la danza y exige estar en buena forma física. También porque la altura de los gigantes varía de los 3,45 metros, el más alto en parado, a 3,27 la reina más baja. Y su peso, entre 35 y 45 kilos.