Tudela

Vivir con Artritis Reumatoide

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Asumir la enfermedad

La Artritis Reumatoide es una enfermedad autoinmune, crónica y deformante que se caracteriza por la inflamación de la membrana que rodea las articulaciones. Esta inflamación produce dolor, rigidez e hinchazón, lo que puede derivar en la destrucción irreversible de las articulaciones.

Esta dolencia es altamente discapacitante y afecta a adultos jóvenes con edades comprendidas entre los 25 y los 55 años.

En nuestro país hay 200.000 personas que padecen esta enfermedad, y su prevalencia es del 0,5 por ciento.

Repercusiones laborales y personales

Una vez establecido el diagnóstico, hay dos palabras que retumban en la mente de los pacientes: crónica y limitante. Ambas palabras finalmente se traducen en una sola: incapacitante.

“Recibir la noticia de padecer este tipo de enfermedad, con la que habremos de convivir toda nuestra vida y a la que tendremos que irnos adaptando supone un gran impacto emocional”, explica Antonio Torralba, presidente de ConArtritis.

El paciente inicia un proceso de asunción de la enfermedad, aunque el 88% de los entrevistados reconoce haberla aceptado, el 67% de los mismos afirma que su carácter cambió como consecuencia de la AR, y el 32% que a raíz de ser diagnosticado se considera una persona más seria o triste. No obstante, con el paso del tiempo y a medida que el paciente maneja más información, la situación suele mejorar.

“La actitud que mantiene una persona frente a la enfermedad es vital. Afrontar la vida con optimismo y tener confianza en el futuro es, sin duda, lo que marca la diferencia entre unos pacientes y otros”, afirma Laly Alcaide.

La esperanza de los nuevos tratamientos

Tras el diagnóstico y la aceptación de la enfermedad, el paciente debe enfrentarse a la parte más dura: el ‘día a día’. Vestirse, asearse, realizar tareas domésticas o desempeñar ciertos trabajos puede convertirse en un obstáculo insalvable para las personas afectadas por AR, dado que el deterioro de las articulaciones hace que hasta las tareas más simples se conviertan en hitos con gran complicación.

Muchas personas se ven obligadas a renunciar o redefinir infinidad de pequeñas tareas que antes de la enfermedad realizaban sin problemas. Esto afecta de manera muy notoria al entorno laboral, donde el paciente se enfrenta a la incapacidad absoluta en un 35% de los casos, a frecuentes bajas médicas y, en ocasiones, a la imposibilidad se seguir realizando las mismas funciones.

El tratamiento con fármacos biológicos ha supuesto para muchos pacientes un gran paso en el incremento de su calidad de vida. Estos nuevos fármacos han conseguido que se pueda tener un mejor control de los síntomas de la enfermedad, y en un gran número de casos han logrado detener su progresión, lo que conlleva la posibilidad de recuperar parte de la normalidad en las actividades cotidianas.