Tudela

Villa Javier, en la parrilla de salida

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Antes de que reclamen su presencia -“por algo viene el nombre de coordinador”, dice bromeando- , David Crespo gesticula señalando cada uno de los rincones que forman la enorme sala, todavía impregnada en el olor característico de la obra recién terminada. Pintura, yeso, cemento. Y, de fondo, aliándose con el eco, sus palabras. Está emocionado, podría decirse que ansioso. “Aquí vamos a poner madera, para que dé la sensación de bar, de restaurante, de un lugar cálido y no institucional”, comenta en referencia al marco de la ventana-barra  que conecta el ‘office’ con la zona de comedor. A través de ese hueco, y a partir de mediados de junio, 36 usuarios tendrán acceso a comidas y cenas gracias al proyecto Villa Javier. Hace ahora seis meses comenzó a gestarse esta dotación social que aspira a convertirse en punto de reunión e integración.

La puesta en marcha de Villa Javier ejemplifica una especie de mensaje esperanzador y optimista, un triunfo de la voluntad y las ganas de trabajar de forma altruista por encima de otros intereses. Y la unión de lo distinto, la comunión de lo diverso. “Creo que ahí ha residido una de las claves para poder conseguirlo, para hacer que las personas, entidades o empresas se creyeran nuestra idea”, señala Manuel Campillo, en alusión a la amalgama de ideologías y personalidades que forman el patronato de la Fundación Tudela Comparte, el embrión de Villa Javier. “Eso constata que hay ganas de trabajar en lo social desde todos los ámbitos y pienso que la puesta en Marcha de Villa Javier también va a servir para romper muchos prejuicios en ese sentido”, añade Crespo.

Desde noviembre, la fundación ha realizado una intensa labor de captación de fondos para financiar las obras de acondicionamiento del edificio cedido por los Jesuitas de Tudela, su equipamiento y la compra del material que complementará el servicio principal de comedor. “La idea es crear un espacio que sirva también de reunión o que albergue talleres, charlas, proyecciones... En el pasillo va a haber una biblioteca y una zona de conexión a Internet”, explica Crespo.

Ahora, el voluntariado

Lo que hace seis meses era un edificio deteriorado y algo vetusto ahora se ha convertido en un habitáculo con varias estancias, acogedor y moderno. A falta de instalar el mobiliario, los primeros voluntarios ya ocupan las sillas reservadas para su labor. Es el caso de Raquel Pérez Amigot, de 46 años y natural de Tudela, encargada de las tareas de administración en los días previos a la apertura. “Al principio no conocía muy bien el proyecto. Pensé que era un comedor municipal más, como los de otros muchos sitios, pero poco a poco fui sabiendo más, asistí a una de las reuniones y aquí estoy”, comenta entre llamada y llamada. Son muchas las que realiza en las aproximadamente dos horas que cada día pasa echando una mano.

“La experiencia está siendo bonita. hay mucha gente necesitada en Tudela y además animaría a aquellas personas que se lo están pensando a que se animen, porque se puede ayudar en muchos ámbitos. No sólo en turnos de comedor, sino también de limpieza por ejemplo”, afirma. La confección de los turnos es la tarea más ardua antes de la apertura. Desde Tudela Comparte, buscan que cada comida cuente con un grupo amplio de voluntarios, de unas 9 o 10 personas. “Si son de peñas o cuadrillas, pueden organizarse para no todos tengan que ir todos los días”, señala Campillo.

"En Tudela existía un deseo latente de que existiera este tipo de dotación desde el proyecto de comedor municipal que en su día no salió adelante"

Manuel Campillo

Vicepresidente de la Fundación Tudela Comparte

Los voluntarios también llegan en esta fase previa a otros ámbitos, algunos tan imprescindibles como la informática. David Jiménez Rupérez es la cara visible a la hora de ajustar equipos y de garantizar su correcto funcionamiento. “Aquí cada uno aporta lo que puede”, señala. “Se necesita gente para los turnos, especialmente para el fin de semana. Merece la pena que apoyemos esto” , añade. Él es uno de los miembros del grupo de whatsapp de ‘ocasionales’, de los que los coordinadores de Villa Javier echan mano cuando se necesita una actuación improvisada o inmediata. “Traer y trasladar material, ordenar libros... para todo ha hecho falta gente y estas personas han estado ahí. De la veintena de miembros del grupo, siempre había una decena disponibles y así es una gozada”, señala David Crespo.

Sin duda, la respuesta popular ha supuesto uno de los puntos fuertes para hacer volar este proyecto. “Por un disgusto que tenías, venían luego cien alegrías”, expresa Crespo. Campillo considera que la ventaja para movilizar a tanta gente ha tenido que ver con la gran fuerza del tejido asociativo de Tudela. “Por suerte no empezábamos de cero. Si algo ha conseguido este proyecto ha sido aglutinar o canalizar la solidaridad de muchísimas asociaciones en un proyecto común”, explica el patrono de la Fundación Tudela Comparte.

"El comedor comenzará a funcionar a mediados de junio, prestando servicio a 36 comensales. La segunda fase será la ‘cesta básica’ de alimentos, que dará cobertura a unas 150 personas"

“Lo que se ha puesto de manifiesto es que en la ciudad existía un deseo latente de poder ofrecer un proyecto como el de comedor social, prácticamente desde aquel comedor municipal que en su día fracasó”, añade Campillo. De hecho, a Tudela Comparte casi no le ha hecho falta aporrear demasiadas puertas, ya que la voluntad de colaborar ha brotado en la mayoría de ocasiones desde la propia ciudadanía y su iniciativa. “Es cierto que hemos ido a entidades bancarias y empresas, pero en la mayoría de casos han sido los propios colectivos los que nos han preguntado: “¿Qué hace falta?” Ha sido impresionante”, afirma. El mundo de la literatura, el cine, el deporte o la gastronomía han sumado con pequeños gestos en el crecimiento a pasos agigantados de Villa Javier.

La acogida

Esa comunión de tintes tan esperanzadores y humanos, clave a la hora de materializar el proyecto, ha convivido en este proceso con la otra cara de la moneda y el origen de la propia idea. La presencia en Tudela de familias y personas en riesgo de exclusión social es alta. De momento, la capacidad del comedor por cada turno será de 36 comensales. Una fase inicial que se completará dentro de unos meses con la puesta en marcha de la segunda pata del proyecto: el servicio de cesta básica. “Con la cesta básica conseguiremos que se puedan llevar la comida a casa. Alcanzaremos a unas 150 personas aproximadamente”, explica Crespo.

Para desarrollar ese proceso selectivo, el papel fundamental lo han jugado los voluntarios de acogida, encargados de realizar las entrevistas a los potenciales usuarios del comedor. “Por suerte no se ha quedado casi nadie fuera”, señala la tudelana Azahara Rodríguez Martínez, una de las componentes de ese equipo de voluntarios y trabajadora social de formación.

"La pluralidad de ideas en el propio patronato constata que hay ganas de trabajar por lo social en todos los ámbitos; hemos roto muchos prejuicios"

David Crespo

Coordinador de Villa Javier

En efecto, ha sido necesario un filtro, lo que supone decir que no en algunas ocasiones. “Al final miramos por quien menos recursos tiene. Evaluamos la red familiar, las cargas familiares, los ingresos o si están accediendo a otro recurso. En un futuro, cuando accedan más personas, será más complicado y habrá que estrechar más el criterio, pero eso es natural”, señala Martínez, quien considera que esta experiencia de voluntariado le ha aportado sobre todo “conocimiento”. “Estoy aprendiendo mucho, incluso los propios usuarios nos enseñan cosas o aspectos que no conocíamos. Y también aprendes a valorar el trabajo en equipo”, afirma la voluntaria. “Animo a quienes se lo estén pensando a que prueben a venir y ayudar, porque si se lo están pensando es que llevan dentro esa voluntad de colaborar”, sentencia.

En la acogida de futuros usuarios jugará un papel importante el boca a boca, un aspecto que también ha contribuido a recibir solicitudes en esta fase inicial. “Mayoritariamente, el perfil de usuario del comedor es el de personas en riesgo de exclusión social que ya acceden a otros recursos, pero también hay usuarios que no estaban presentes en esa red de ayuda y que han llegado aquí a través de ese boca a boca”, explica Campillo.

"Animo a todos aquellas personas que estén pensando en ayudar que den el paso y prueben. Si tienen ganas es que llevan dentro esa voluntad de aportar algo a este proyecto"

Azahara Rodríguez

Voluntaria de acogida de Villa Javier

A la espera de que la dotación esté plenamente preparada para dar el pistoletazo de salida con su primer servicio de comedor, el llamamiento de la Fundación Tudela Comparte no cambia: la solidaridad no debe tener fecha de caducidad y es fundamental que el apoyo ciudadano, ya sea a través de voluntariado o de contribución económica, dure en el tiempo. “Tenemos confianza en ese sentido. Sabemos que esto no supone llegar, hacer y ya está, sino que vamos a tener un trabajo prolongado en el tiempo”, afirma un optimista David Crespo.

El coordinador de Villa Javier tiene claro qué ha aportado este camino iniciado en noviembre de 2015 a su bagaje personal. “El estar ultimando los detalles de este proyecto significa que hemos materializado todas las expectativas de aportar nuestro granito de arena para cambiar la sociedad. Ya no es solo quejarse por lo injusto, sino trabajar para cambiarlo. Y eso es muy gratificante”, asegura.

¿Cómo colaborar con el comedor social Villa Javier?

Los interesados en aportar su conocimiento, sus ganas o sus aptitudes al proyecto de Villa Javier pueden colaborar de varias formas. Para participar mediante voluntariado, pueden ponerse en contacto con la fundación a través de Facebook, de e-mail ([email protected]) o en el teléfono 687 329 009. Para hacerse socio o realizar una aportación económica, el trámite puede realizarse en la sección ‘colabora’ de la página web.