En la mayoría de los casos los costes económicos que conlleva la utilización de estas herramientas nos lleva a reflexionar en exceso sobre ello, y siempre tendemos a pensar que hay que externalizar todo el proceso, cuando en realidad nosotros mismos podemos realizar parte de él. Entonces, ¿por qué no aprendemos una serie de tareas que nos permitan conocer las características de nuestros clientes, competencia y producto/servicio?
Lo primero que tenemos que hacer es definir los objetivos, y eso sólo lo puede hacer aquel que conoce bien su empresa, es decir nosotros mismos.
Para ello nos centraremos en tres cuestiones: qué queremos estudiar (qué clientes tengo, qué competencia hay en mi sector, qué caracteriza a mis productos o servicios) y para qué queremos hacer nuestro estudio: Llegar a otro tipo de clientes, diferenciarme de la competencia, cambiar el formato del producto, etc., etc.
En función del objetivo procederemos de un modo u otro.
Por un lado, podemos realizar un análisis de la competencia.
Visitaremos a nuestra competencia, sus webs y redes sociales; analizaremos quiénes son los líderes en nuestro sector y pediremos informes de empresa.
Por otro lado, podemos analizar al cliente.
Miraremos estadísticas oficiales sobre población para conocer cómo varía y pasaremos encuestas a cada cliente con la información que necesitamos saber.
También podemos analizar nuestro producto o servicio.
Podemos hacer tests de marca, de envasado, de análisis de la campaña publicitaria, siempre de acuerdo a lo que opinen nuestros clientes.
Nuestro trabajo consiste en utilizar toda esta información y aplicarlo a nuestra estrategia de negocio, a nuestras decisiones futuras.
Os animamos a empezar a hacerlo.
Nuria Alonso y Esther Jiménez
