La prevalencia de las enfermedades alérgicas en la infancia ha aumentado de manera espectacular en las dos últimas décadas, hasta el punto de que uno de cada cuatro niños europeos presenta algún tipo de enfermedad alérgica, tales como la rinoconjuntivitis, el asma, la dermatitis atópica o una alergia a determinados alimentos. La tendencia, es que el incremento se localice en toda la tierra, hasta el punto de que puede hablarse de la epidemia no infecciosa del siglo XXI.
Son cuatro los factores primordiales que se encuentran en este incremento significativo: el aumento de los niveles de polución, el calentamiento de la tierra, el incremento de la calidad de vida, asociado a la teoría de la higiene y la proliferación del estrés.
La detección y diagnóstico precoz de los agentes alérgenos es una de las claves de la prevención. En cuadros de urticaria o de asma aguda, la detección es relativamente sencilla: una persona tiene picores o problemas graves de respiración y acude rápido a un Servicio de Urgencias. Sin embargo, existen otra serie de alergias que presentan síntomas menos perceptibles y que requieren una vigilancia extrema”.
Prevención y terapias
Cuando aparecen determinados cuadros de estornudos y toses en una estación concreta del año y disminuyen con la aparición de las lluvias hay que pensar en un tipo de alergia al polen de las gramíneas, de la misma manera que cuando la tos aparece siempre al acostarse por la noche y desaparece con el paso del día puede pensarse en un tipo de alergia a los ácaros del polvo.
