Tudela

Un arte en miniatura

1291883155.jpg

Balneario de Fitero

El arte del belén es típico en todo nuestro país. La Ribera de Navarra no se queda atrás y durante los meses previos a la Navidad, los belenistas y sus asociaciones inician los trabajos de recuperación, pintado, restauración y colocación de figuras. Las nuevas ideas fluyen.

Belenistas de Corella

La Asociación de Amigos del Monasterio de Fitero elabora cada año los dos belenes más representativos de la localidad ribera. El primero de ellos, en la Girola del Monasterio, se colocará en los próximos días. Alrededor de ocho personas invertirán cinco jornadas en instalarlo y podrá visitarse desde Nochebuena hasta la Candelaria, el 2 de febrero.



Puede que uno de los belenes menos conocido sea el del Balneario de los Baños de Fitero, que este año ha sido reforzado con unas cuarenta figuras procedentes del nacimiento del Monasterio, “algunas centenarias y de terracota”, explica Fernando Seves, presidente de la Asociación. El próximo día 16 de diciembre, con el cierre del Balneario, el belén se desmontará y las figuras que se habían cedido volverán a su lugar de origen.



A estos belenes hay que añadirles el de la placeta San Antonio, instalado por la APYMA de la localidad en colaboración con el Ayuntamiento, varios nacimientos grandes de casas particulares, el belén permanente del catedrático de la Universidad de Navarra y natural de Fitero, Ricardo Fernández, así como cinco pequeños nacimientos de urna en el propio domicilio de Fernando Seves, “uno de ellos nuevo y de tipo monástico”.

Parroquia de Cabanillas

Sin duda alguna, la Asociación de Belenistas de Corella es una de las más activas de toda Navarra. Con más de 20 nacimientos distribuidos por toda la localidad ribera, este grupo de belenistas aboga por que “se cumpla la historia dentro de un belén y que la época esté bien definida”, indica Andrés Sanz, responsable de la asociación. Para ello, el grupo cuenta con la ayuda de un asesor religioso, el padre Fermín Mateo.



Además de las constantes restauraciones de figuras, casas o maquetas, la asociación idea cada año una disposición diferente para cada uno de los belenes, así como la utilización de materiales tan diversos como cartones, puertas viejas, palos de escoba, candelabros antiguos, cajas de frutas o palés, que les sirven para sujetar las grandes plataformas en las que colocan los distintos nacimientos.



También utilizan trucos para la iluminación y para el curso del río. “El reflejo de la luna lo hacemos con una tulipa de bombilla redonda y para que hierva el agua del caldero de los pastores tenemos un compresor de pecera. Incluso el río, que es largo y complejo en el belén de la Iglesia del Carmen, se hace con tablas, papel y plástico de forrar libros”, explica Sanz. Los detalles más pequeños son estudiados por estos belenistas que no olvidan incluso de colocar ramas de olivo con sus repectivos frutos, o la utilización de un sensor de movimiento que se enciende cuando una persona se acerca al belén para contemplarlo, y se apaga cuando ésta se aleja.



Una de las principales características de los belenistas corellanos viene de su afán de formación y actualización. “Algunos de nuestros socios se actualizan con cursos de pintura y técnicas, entre otros”, concluye Sanz.

A pesar de no incluir demasiadas novedades, los responsables de este nacimiento situado en la parroquia han vuelto a cambiar su disposición y han llevado a cabo distintas restauraciones de algunas figuras que estaban dañadas.



Las grandes novedades de este año son, en palabras de Rosa Magallón, una de las responsables del belén, “el hecho de que para la montaña, en lugar de papel, la hemos hecho con escayola pintada, consiguiendo un color muy logrado”