Tudela

Tiempo de villancicos

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Cuando se acerca la navidad hay una forma musical que prevalece sobre todas las demás. Ni el pop, ni el rock, ni la salsa… la composición por excelencia de esta época es el villancico. Y todo el mundo ha entonado de vez en cuando alguno de ellos.



Pero el villancico no surgió como hoy lo conocemos: un canto con letras sobre el nacimiento de Jesús, los Reyes Magos o la Navidad en sí. La palabra proviene del latín villanus que significa campesino o labriego. En el siglo XV, época del Renacimiento español, aparece por primera esta denominación, aunque su práctica se remonta al siglo anterior. Estas cancioncillas claras y sencillas, tenían un origen profano y hablaban del amor cortés y otros menesteres. Reflejaban el carácter de las canciones pueblerinas con un tono irónico y picaresco. Por lo tanto, en origen, “villancico” viene de “villano”.



Juan de la Encina fue uno de los compositores más conocidos y los Cancioneros de Palacio y de la Colombina recogieron estos cantos.



No sería hasta un siglo más tarde, en el XVI, cuando se fueron introduciendo en la liturgia. El objetivo era acercar a las gentes los misterios de la Fe católica. Junto a ellos se fueron introduciendo elementos teatrales en las iglesias para atraer al pueblo, pero ya en el siglo XVIII fueron proscritos dando paso a los tradicionales responsorios gregorianos.



En sus inicios, la forma poético-musical del villancico era popular entre nobles y plebeyos. Eran poesías montadas sobre música y se interpretaba a tres o cuatro voces. Alternaban estribillo con copla, ésta última se dividía a su vez en dos: la primera que era la mudanza y la segunda la vuelta. Los versos eran por lo general hexasílabos u octosílabos y componían un estribillo inicial, a veces con una introducción que se repetía a lo largo de toda la obra. Más adelante, en el siglo XVII el número de voces aumentó hasta ocho distribuidas en dos coros y acompañados con instrumentos como el arpa, el violón y el órgano.



Hoy en día hablamos de villancico para referirnos a una canción de Navidad. Es típico oírlos en estas fechas interpretados por coros de niños y niñas. Un claro ejemplo es el Coro Griseras. Su director, Pedro Pablo Garijo, considera que el villancico no pasa de moda aunque se reduce a un tiempo muy concreto. Ellos empiezan a preparar los villancicos a comienzo de curso y ensayan durante todo el trimestre. “Se van incorporando siempre villancicos nuevos, pero los tradicionales no faltan nunca: “Noche de paz” o “Luz de Dios”, son villancicos que yo he escuchado desde que era pequeño”, comenta Pedro. Añade que siempre se busca trabajar con material nuevo y que es fácil encontrarlo ya que el objetivo es ampliar el repertorio.

En pocos días, el coro Griseras tiene muchas actuaciones: el 18 de diciembre en la Catedral con la banda de Música de Tudela, el 21 en un Festival organizado por diferentes colectivos y el 23 en la Virgen del Carmen junto al Coro Fernando remacha entre otras. Pedro añade “nos gustaría empezar a cantar en noviembre, pero no puede ser; es la época y hay que hacer todas las actuaciones seguidas”. Así que eso toca, sacar la pandereta o la zambomba y entonar aquello de “25 de diciembre fun fun fun…”.