Alfaro

Salvando obstáculos por la ciudad

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Txaro Berzosa, Ana Mª Zubeldía, Javier Ojuel, Josefina Lázaro, Eulalia Polo, Pedro Barrena, Andrés Pérez, Conseiçao Maques, Diego Ramos, Dori Calvo y Mariví Calvo representan en Tudela al 5% de la población que actualmente convive con algún tipo de discapacidad física, según el colectivo Amimet. El porcentaje se eleva a 9 si de lo que hablamos es de discapacidad en general. Pero las cifras no importan para el colectivo de discapacitados quienes consideran que “con que hubiera dos minusválidos en la ciudad, deberían cuidarse sus derechos de la misma forma que si hay más”.

Principales demandas

Así, pese a que son conscientes de que la existencia de una normativa en materia de accesibilidad no les garantiza una inmediata solución a sus problemas, están convencidos también de que el éxito en la ejecución de estas normativas depende en gran parte de “la comprensión y del ponerse en el lugar de”. “Cuando nos han recibido con actitud de escucha (en el Ayuntamienti), las cosas se ven desde otro punto de vista. Es como que se ha entendido que estamos en nuestro derecho de protestar porque vivimos ahora y es ahora cuando deseamos una ciudad más amable para toda la ciudadanía”, comenta Txaro Berzosa. De ahí la importancia de que el Ayuntamiento de Tudela ponga en marcha de una vez el Plan Integral de Accesibilidad, que afectará a las calles Juan Antonio Fernández, Capuchinos, Fernández Portolés y adyacentes y el cual, pese a venir con cierto retraso, solucionará algunos de los problemas a los que diariamente se enfrenta este colectivo. “Eso sí se hace bien, claro”, dicen. Los continuos errores en lo referente a supresión de barreras arquitectónicas les ha llevado a pensar que es una cuestión de mentalización social. “Lo nuestro es vivencial”, aseguran.

Dos son las demandas básicas del colectivo de discapacitados físicos de la Ribera. Que todos los espacios públicos y su entorno estén perfectamente adaptados a sus necesidades y que se reconozca esto como un derecho que va unido a su persona, como dependientes o discapacitados. ¿Y de qué estamos hablando? Pues de vida cotidiana y temas tan sencillos, según ellos mismos, como los contenedores ocupando aceras en calles intrasitables, los rebajes con centímetros de más en sus terminaciones que dificultan su uso, el mobiliario inadecuado, los itinerarios que no tienen resuelto un principio y un fin, como el del carril que va al hospital, lo que les supone bajar a la carretera y pedir ayuda o desviar su recorrido; las marquesinas no accesibles por rebajes mal hechos o las baldosas diferenciales. Aún así, apuntan: “algo vamos consiguiendo”. Y en este sentido nombran los aparcamientos que pese a ser escasosos han dejado de estar limitados a cierto horario por petición expresa de los afectados. “Sin embargo, no nos evitan el papeleo de tener que renovar la tarjeta, con todo lo que ello nos supone. ¿No sería más fácil hacerla para toda la vida? Nuestra discapacidad lo es”, apuntan. Con sus reivindicaciones han logrado al menos que la renovación se haga cada 5 años.

Desde Amimet consideran vital que se obligue a los nuevos comercios a adaptarse a la normativa de accesibilidad, igual que a otras. La asociación ribera tiene la sensación de que se les empieza a oir y no sólo a escuchar, si bien hay que ejecutar bien desde el principio