Como parte de la Ribera de Navarra, Alfaro estuvo pendiente esta pasada semana de la crecida del río Ebro, que superó los 1.400 metros cúbicos por segundo al recorrer la Reserva de los Sotos del Ebro tras incorporar el caudal del Arga y el Aragón.
Con los trabajos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) todavía sin terminar o finalizados recientemente, el río demostró su poderío en una crecida ordinaria y despertó los temores de agricultores y vecinos de la zona ante la posibilidad de que llegara una extraordinaria.
Antes de la desembocadura del Arga y el Aragón, el Ebro estuvo, a algo más de 1.000 m3/segundo, de saltar el mazón del término del Hormiguero. Allí, el trasmane filtró agua al otro lado de la defensa para anegar dos fincas de melocotoneros y una chopera, además de resquebrajar ligeramente la superficie de la mota reconstruida tras las inundaciones de hace un año.
Aguas abajo, y en la reserva de los Sotos del Ebro, la crecida cubrió por completo la margen derecha reconstruida por la CHE y que los aumentos de caudal en los últimos meses han impedido finalizar. Siguiendo los puntos dispares que estas obras han despertado en unos y otros, Amigos de la Tierra e Izquierda Unida lamentaron que la crecida demostrara que las obras han sido “inútiles” al llevarse la crecida parte de lo removido y pidieron responsabilidades. Por su parte, la CHE valoró que el cauce de alivio ha funcionado, que la crecida ha servido para realimentar el soto reconstruido y que éste ha permitido que el agua en su superficie circule a mucha menor velocidad, frenando el impacto contra los pozos de captación del municipio.
En la muga de Alfaro con Castejón, la crecida se llevó diez metros de la mota reconstruida tras romperse también hace un año. El río, desatado, cubrió la carretera N-113 y decenas de hectáreas navarras. Aunque hubo quien señaló que la crecida encontró blando el mazón reconstruido, la CHE adujo que encontró una superficie inestable para asentarse.
