Tudela

¡Peor, imposible!

Reconocemos la imagen de un castillo de arena levantado en la playa. Luego, el movimiento de las olas que se acercan destruyéndolo progresiva e inevitablemente. Y vuelta a empezar reconstruyendo las murallas, almenas, puertas y fosos. Para volver a verlo desaparecer.



Así es la labor de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo: proponemos mejoras, nos reunimos con aquellos que puedan hacer prosperar el barrio, protestamos, recogemos firmas, para ser atendidos por un instante y ser olvidados a continuación. Para conseguir muy poco, mejor, nada. NADA. Con la sensación de perder el tiempo y la energía en el intento de conseguir soluciones. Quince meses reuniéndonos periódicamente con representantes del Ayuntamiento para aparentar que nos hacen caso y no hacer nada.



Un ejemplo: ocho meses para trasladar cinco metros un contenedor de vidrio de la puerta de la iglesia de San Nicolás, y colocarlo a la vuelta de la esquina del propio edificio. Para ello, escritos de los vecinos al Ayuntamiento y a la Mancomunidad, reuniones, más reuniones y de nuevo reuniones. Para conseguir mover un contenedor cinco metros.



Un paso adelante y dos hacia atrás. Se ha mejorado la limpieza del barrio los fines de semana, puesto que antes no se barría. Pero no siempre. Tenemos que estar vigilantes para que se cumpla esta necesidad por la imagen que se estaba dando a los tudelanos y a los turistas. Y hay alguna papelera, antes no había. Y poco más. San Nicolás: sigue hundiéndose, las palomas continúan aumentando, ya que no se las recoge en jaulas, y las cigüeñas han vuelto a anidar.



Por lo demás: palabras, castillos en el aire, deseos futuribles, que no vemos plasmados en la recuperación de la zona. Mientras tanto, nuestros vecinos abandonan el barrio. Tudelanos que han nacido en estas casas las dejan para ocupar otras en los barrios nuevos, porque no ven mejoría en su calidad de vida, porque las palomas siguen ensuciando sus fachadas recién pintadas, porque los ruidos del fin de semana no los dejan dormir, porque el deterioro de manzanas enteras se extiende como una lepra por sus propias viviendas, porque está sucio, porque los solares abandonados muestran un panorama de país tercermundista, porque se deja que impere la ley del que grita más... ¡Qué pena! Están interesados en que nos hipotequemos en los barrios nuevos y todos abandonemos el casco antiguo, para agrupar aquí a los más desfavorecidos, a los que no pueden comprar obra nueva, a los castigados a tolerar los inconvenientes de vivir en precario.



Como en el mito griego de Sísifo, condenado por los dioses a transportar una roca hasta la cima de una montaña para verla caer rodando hasta el valle y vuelta a subir y así indefinidamente. Igualmente nos sentimos en la Asociación de vecinos al no ver en los gestores del Ayuntamiento una clara intención de trabajar por el desarrollo de la zona. Reuniones, palabras, nada.



Ahora, en las elecciones tenemos la posibilidad de decidir si queremos que la pesada maquinaria del Ayuntamiento esté dirigida por los que durante demasiados años están demostrando su falta de energía y resolución. Son buena gente, sí, pero no les pagamos para que nos sonrían ni para que nos den una palmada en la espalda, sino para que mejoren nuestra vida, para que resuelvan nuestros problemas.



Es momento de mirar los programas electorales de los grupos políticos y ver las propuestas claras que hay para Tudela, y en especial para el casco antiguo. Porque es patrimonio de todos, todos lo disfrutamos y en él todos nos encontramos. Por ello sería necesario un Plan global de actuación para el casco antiguo, que coordinase todas las concejalías y que agilizase la respuesta a los numerosos problemas que hay en el barrio: limpieza, tráfico, convivencia, ruidos, edificios en ruinas, solares abandonados ... dejadez. Si el castillo de arena tiene un muro protector lo suficientemente alto las olas no lo destruirán y podrá ser mejorado y consolidado poco a poco. Nada es eterno, pero se puede demorar su final.



Porque no queremos que se sigan yendo los vecinos, sino que vengan muchos más a disfrutar de un entorno histórico y ambiental envidiable, tenemos que decidir por un cambio. El que sea. Que llegue al Ayuntamiento gente con propuestas claras y vitalidad para llevarlas a cabo. Sea del signo que sea. Porque, por malo que sea el que entre, ¡peor, imposible!