Tudela

Orden del Volatín,

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De ahí que su principal objetivo y dedicación sea la promoción de las tradiciones de nuestra tierra. Los caballeros de la Orden, que es como se les denomina, son los encargados de la organización de diversos actos durante todo el año, como San Antón, el reparto de la “culeca” en la festividad del Cristo, las Jornadas de Exaltación de la Verdura, la exaltación del pañuelo rojo en fiestas, la Concentración de Gigantes, la Procesión de Santiago, encierros infantiles, la cena de la Elástica, el festival escolar de villancicos que se celebra en la iglesia de los Padres Jesuitas de Tudela en Navidad… y su ceremonia más representativa, el Volatín, declarada de interés turístico nacional. Día grande para la Orden, que celebra con la entrega de un cabezudo a una comparsa de las distintas localidades que acuden el día de Santa Ana a la gigantada “Navarra Tierra de Gigantes” y con el nombramiento de nuevos caballeros que entran a formar parte de esta institución. Con el desarrollo de todas estas actividades, la Orden ha favorecido el desarrollo turístico de Tudela y de toda la Ribera a través del conocimiento y la promoción de sus fiestas, su gente y su gastronomía.

En la actualidad, la Orden del Volatín la forman 37 tudelanos, presididos por Javier Añón, que tomó posesión de su cargo en noviembre del año pasado, tras dejar el puesto su antecesor, Vicente González. La nueva Junta, encabezada por Añón, está formada por Rafael Remírez (vicepresidente), Juan Ignacio Celaya (secretario) y Javier Bordonaba (tesorero).

Javier Añón tiene 66 años de edad, está jubilado y fue caballero fundador de la Orden. “Todo comenzó en una de las reuniones que manteníamos unos 15 amigos en el bar Nacional y en Villa Genarios, que era un huerto que tenía detrás la Vasconia, que daba a las calles 14 de Julio y Sarasate. Teníamos inquietudes por conservar y recuperar nuestras costumbres y tradiciones y así comenzó todo. Posteriormente estuvimos en el Arenas, Pablo Sarasate y Plaza de la Judería, hasta ubicarnos en el lugar que ocupamos hoy, el Centro Mariano, en la calle Rúa de Tudela. Aunque esperamos muy pronto poder situarnos en otro emplazamiento e incluso tener nuestra propia oficina, si nos ayuda el Ayuntamiento”, asegura Añón. Algo que ahora mismo ven complicado de realizar, si no es con ayuda, por temas económicos.

Dentro de las múltiples y variadas actividades que desarrollan durante las fiestas patronales de Tudela se encuentran la exaltación del pañuelo de fiestas, la procesión de Santiago o la tradicional gigantada, que este año cumplirá su XXXV edición.”Desde hace mucho tiempo, todos los años, el día del cohete, a partir de las 10 de la mañana, en la Casa del Reloj, entregamos unos 1.500 pañuelicos rojos a chicos y mayores. Esta iniciativa surgió con la intención de decorar la Plaza Nueva con pañuelicos de fiestas anudados a todos los balcones de este emplazamiento, con el objetivo de dar una sensación de unidad y concordia en todo el entorno del centro de la ciudad”, cuenta Javier. “La organización de la procesión de Santiago fue una concesión que nos otorgó Monseñor Cirarda, obispo de Tudela en aquellos años, con el fin de recuperar un acto tradicional de Tudela, y que prácticamente se había perdido”, afirma el actual presidente de la Orden del Volatín.“Por otro lado, como en la agrupación hay gente muy imaginativa, surgió la idea de hacer una gigantada, que gustó mucho en la localidad y que ya es de obligado cumplimiento realizar cada año en las fiestas patronales. Este año se espera que participen unos 70 gigantes procedentes de toda Navarra. El número final dependerá de nuestro presupuesto, ya que para la organización de todos los actos de las fiestas disponemos de unos 16.000 euros y la mayor parte de nuestro gasto, durante estas fechas, se lo lleva este acto”, apunta Añón. También es habitual la celebración de los tradicionales encierricos infantiles. “Este año tendrán lugar del 27 al 30 de julio. Es una delicia ver las caricas de los chiquillos. Lo que gozan los pequeños delante de las cabezas de toro, reales, que nos dieron de una corrida que hubo en la “Chata de Griseras” y a las que se les puso cuerpo de fieltro, y la bicicleta para poderlos mover y simular a los de verdad”.