Ribaforada

No echéis la culpa a la Navidad

En los últimos días, como ocurre ya habitualmente, por estas fechas todos los años, en algunas emisoras de radio y TV de ámbito Nacional parece lo políticamente correcto menospreciar todo lo que lleva el nombre de Navidad.



Frases como: ya tengo ganas de que pasen estas fechas; odio estos pasteleros días. Otra vez aguantar a mi Familia. Y así hasta mil descalificativos por parte de los presentadores y presentadoras junto a sus contertulios y contertulias.



Curiosamente, no les hacen ningún asco a los pingües beneficios que por ser precisamente esas fechas tan “desagradables” llenan las arcas de sus cadenas gracias a la publicidad que aportan los anunciantes en nombre de la Navidad.



¿Se han preguntado alguna vez señores presentadores, porqué les producen fobia estas fechas? Las han saturado dos meses antes con el único adjetivo de Consumir más y más, a base de publicidad y más publicidad.



Se imaginan que cada uno de nosotros comenzásemos a celebrar nuestro cumpleaños uno o dos meses antes. El día del mismo no tendría sentido.



Algo parecido ha ocurrido con la Navidad. Se ha manipulado en beneficio del consumo y en detrimento de su sentido.



Nada en la historia de humanidad ha sido capaz de parar las guerras durante 24 horas. ¿Nada? Sí, la noche del 24 a la del 25 de diciembre “casualmente” Navidad. Entre ellas, las dos guerras mundiales y la “nuestra”.



Estas “fechas” a las que os referís en lugar de decir Navidad. Tal vez sea la última oportunidad para que en nombre de “algo” se reflexione, se sensibilice, se actúe, se sienta, se sea solidario, aunque sólo sea un día. Hoy por hoy, por qué ese “algo” se sea o no creyente, por qué no puede llamarse, Navidad.



En este injusto planeta existen millones de personas, la mayoría de ellas humildes, muy humildes, que esperan con inmensa ilusión esos días en los cuales le dan una pequeña tregua a sus desdichas diarias. Porque tienen la posibilidad de echar un trozo de leña más al fuego, o un pedazo de carne al caldo. Porque vuelve el inmigrante que se fue, porque para muchos es el único día que reciben un abrazo, un beso.



Estoy de acuerdo que si miramos la Navidad desde nuestra posición de nuevos ricos y el despropósito en el consumo que supone la alegría de diciembre y la tristeza en enero, pueda darnos fobia.



Pero de eso no tiene la culpa la Navidad.