Tudela

Mario Camus, Director de cine: “En mis inicios no pretendía ser director de cine, sólo quería escribir guiones”

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Su semblante es serio y solemne, pero detrás de su mirada, de ojos bien abiertos, asoma la curiosidad propia de alguien que, como él, ha encumbrado su profesión hasta alturas de genio. Mario Camus (Santander, 1935) camina con las manos atrás, entrelazadas. Asegura que no le gusta mucho hablar de sí mismo y reconoce que sí, que como se ha dicho alguna vez, es tímido por naturaleza.

El director cántabro recibe con cortesía y agradecimiento el homenaje que le tributa el Festival Ópera Prima. Una iniciativa “estupenda”, como él mismo define, insistiendo en que cree que es la primera vez que le llaman porque proyectan su primer filme, ‘Los farsantes’ (1963). Camus es un ‘animal cinematográfico’, cuya memoria es lúcida, un almacén de anécdotas, recuerdos y vivencias que sabe entroncar a la perfección con la situación actual del cine.

¿Cómo recuerda el proceso de rodaje de su primera película? Siempre se ha dicho que su timidez le jugó una mala pasada.

La historia verdadera no tiene que ver del todo con mi timidez, aunque sí algo. Simplemente era que no me consideraba capaz de hacer una película. De hecho, cuando empecé no quería ser director, sino sólo escribir guiones.

"Si veo mis películas después de muchos años, me entra tristeza pensando en los que ya no están. ‘Los santos inocentes’ hace muchísimo tiempo que no la veo"

La historia es que me llamaron para drigir ‘Los farsantes’, como hacían con otros chicos recién salidos de la escuela. Llegué a Barcelona con todo muy preparado y un bloc lleno de apuntes preparado durante 15 días. Una vez allí, todos hablaban catalán y aquello era terrible, estaba muy nervioso y no entendía nada. Después de tres horas, el operador se dio cuenta y, con su varita de avellano en la mano, les dijo que debían hablar en castellano, lo cual empezaron a hacer con normalidad. Esa es la anécdota.

Ha trabajado con los mejores actores de este país. ¿Siempre han sido elecciones suyas?

Ha sido una gran fortuna trabajar con ellos. No siempre ha sido una elección. ‘La colmena’ fue un encargo de un productor determinado que quería hacer la película con Gonzalo Suárez, pero Gonzalo no podía. Hay muchas que son encargos y otras inicativas propias, pero éstas últimas llegan sobre todo al final de mi carrera. Cada película es una historia.

¿Qué diferencia ve entre hacer cine antes y hacer cine ahora?

Sigo pensando que hacer una película es tremendamente complejo. En la apariencia de sencillez está lo complejo. Porque una película debe ser sencilla pero tener una enjundia y un empaque. Sobre la dificultad de poner en marcha un proyecto, hay que decir que es como siempre. Te llaman, preparas una película, fallas... España es un territorio muy manido y un cine que es satélite del poderoso cine americano, que tiene unos productores, unas protecciones... Cada década o cada cinco años conlleva un cambio en ese sentido. Ahora me doy cuenta de que los chicos jóvenes lo tienen tan complicado como lo teníamos nosotros.

¿Le molesta que después de una trayectoria tan larga la resuman recordando sólo que es el director de ‘Los santos inocentes’?

No me molesta. Otros me dicen que soy el director de ‘La colmena’ y muchas señoras me dicen que se acuerdan de ‘Fotunata y Jacinta’. Depende del momento y del medio. Para mí, las películas no tienen detrás la vanidad de uno mismo. Detrás de cada película hay un montón de cosas que no se conocen y que uno recuerda. Anécdotas y vivencias con los actores, experiencias...  no me molesta, porque cuando me dicen eso no me acuerdo de la película en sí, sino de las vivencias.

¿Es usted de los que vuelve a ver sus películas?

No me gusta hacerlo, la verdad. Al menos no sentado cómodamente, en mi casa. Si veo mis películas después de muchos años, me entra tristeza pensando en los que ya no están, es una sensación muy mala... ‘Los santos inocentes’, por ejemplo, hace muchísimo tiempo que no la veo.