“En un par de meses estarían listas”. Así explicaba la arquitecta Belén Esparza la marcha de las obras de rehabilitación de la Casa del Almirante, próxima sede de la Fundación María Forcada, que, a causa del estado del edificio, han sufrido un pequeño retraso.
“Estaba mucho peor de lo que esperábamos antes de entrar”, afirmaba Esparza durante la visita realizada al inmueble por miembros del Consistorio el pasado jueves 18. De hecho, la estructura de la crujía trasera ha tenido que ser cambiada totalmente. “Y hemos querido dejar que se note, que se vea y que se entienda que la hemos cambiado”, apuntaba Esparza. Y es que, el color es la diferencia más visual respecto a la crujía delantera y el patio interior, zonas en las que sí se ha podido conservar la estructura antigua. “Nuestra gran ilusión es que hemos podido sacar adelante esta conservación”, reconocía Esparza.
La joya de la corona
Los trabajos se encuentran actualmente en fase de acabados. En la zona de abajo se está terminando de colocar el pavimento y en las plantas de arriba ya se está pintando y tratando la madera. El último paso antes de su apertura pasará por el equipamiento.
El patio interior es lo que más llama la atención al entrar a la Casa del Almirante y de ello se jactan los que han trabajado en él. “Es lo más maravilloso que tenía el edificio, pero estaba muy cegado y bastante destruido. Hemos conseguido recuperar la imagen de lo que fue, que es lo importante. Es la tendencia al interior del valor del exterior de la fachada”, señalaba Esparza.
