Tudela

Las figuras menos populares que también salen a la plaza

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Toda corrida de toros está encabezada por el alguacilillo quien, vistiendo a la usanza de los tiempos de Felipe IV, sale a caballo a la plaza, para hacer el paseíllo. Al tiempo que porta la llave de toriles y pide permiso al presidente para iniciar el festejo.

Pero además de esta figura tan vistosa que luce traje de pana, capa, golilla, botas altas y sombrero de ala ancha con plumas, son otros los personajes que están presentes en todos los espectáculos taurinos.

En Tudela suelen estar siempre las mismas personas desempeñando las tareas de la plaza, y todos ellos tienen en común su pasión por el mundo del toro. Se trata de vecinos de Tudela y de otros pueblos de la zona.

Los mulilleros, que son tudelanos, se encargan de arrear a las mulas que arrastran a las reses una vez han sido apuntilladas. Y las conducen al desolladero.

Suelen vestor de blanco y rojo, de navarricos, y su presencia despierta simpatías.

No es tan grata la labor de los areneros, quienes tienen que soportar el lanzamiento de todo tipo de objetos al ruedo y además, retirarlos.

Tampoco pasa desapercibido el personal que se encarga de abrir la puerta de toriles. Conocidos como torileros o chulos de toriles y chiqueros, dan salida a las reses y en caso necesario a los cabestros.

Casi un centenar

Félix Milagro es todo un veterano en el coso tudelano, lleva 38 años trabajando en la plaza y desde hace 15 se ocupa de la puerta de toriles.

Tal como comenta, llegó a este mundo por casualidad. “Me llamó un conocido porque faltaba gente y yo podría resultar útil ya que era carpintero. Y poco a poco me aficioné y aquí sigo”.

Son muchas las tardes que ha pasado en la plaza, de entre ellas destaca aquella en que hacía mucho calor y un pájaro calló sofocado. Él lo rescató y lo llevó a la sombra y al recuperar fuerzas se le escapó. Milagro acudió a recogerlo y en ese momento, mientras Manuel Benítez toreaba, el toro salto al callejón y tal como dice, “me olvidé del pájaro y me acurruqué junto a los nacionales en un burladero”.

Pero no todo han sido sustos, y así recuerda con emoción cómo Manuel Díez, al reconocer a un Julián Marín ya mayor, acudió emocionado a darle un abrazo.

Estas tareas y otras menos visibles, las realizan casi un centenar de personas que cada año contrata la empresa que gestiona la plaza. Y aunque parezca una cifra exagerada los números lo dejan claro. Ocho son los cerrojeros, tres están en chiqueros, seis ejercen de areneros, ocho actúan de mulilleros.

A ellos hay que añadir los acomodadores y porteros... y así un suma y sigue. Y todo ello sin contar a los miembros de la banda, otra parte imprescindible de la fiesta.