Tudela

La recuperación de la autoridad perdida

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Conferencia en Tudela

Actualmente se está hablando mucho de crisis de autoridad en la familia y en la escuela. ¿Existe realmente esa crisis en el sentido de que está en duda la necesidad de la autoridad?

La autoridad (moral) en sí misma, por ser una influencia necesaria para hacer crecer al educando con el desarrollo de buenos hábitos (orden, respeto, esfuerzo, etc.) es un valor permanente, por lo que no puede entrar en crisis.

Sí hay crisis en el aprecio subjetivo de ese valor por parte de bastantes personas. Hoy la autoridad no está de moda. Y es bien sabido que las modas son uniformadoras, aunque cambiantes.

La falta de aprecio de la autoridad está contribuyendo mucho a que ser profesor de enseñanza secundaria sea actualmente una tarea de mucho riesgo. Ese profesor tiene que intentar educar a adolescentes indisciplinados (y, a veces, agresivos) que proceden de familias permisivas y están sobreprotegidos tanto por sus padres como por leyes educativas que se centran en los derechos de los alumnos, con olvido de sus deberes. Los profesores se quejan, con motivo, de que nadie respalda su autoridad.

Un problema añadido es que padres y profesores suelen culpabilizarse mutuamente del mal comportamiento de los adolescentes: la escuela acusa a los padres de ser permisivos con sus hijos y de delegar totalmente su responsabilidad educativa en los profesores; la familia acusa a los profesores de limitarse a expulsar de clase a los alumnos que molestan o de elegir el camino fácil de tratarlos como “colegas”.

Sugiero que, en vez de culpabilizarse entre sí, padres y profesores colaboren para descubrir las causas de los malos comportamientos de esos adolescentes (entre ellas los posibles errores en el ejercicio de la autoridad en la familia y en la escuela). Esto debiera llevarles a rectificar como educadores, aceptando conjuntamente el reto de recuperar la autoridad perdida.

En mi opinión, la crisis de autoridad es, esencialmente, una crisis de valores. En algunos ambientes, se está poniendo en duda la necesidad de contar con “autoridades” (no se comprenden ni aceptan los valores que hay detrás de la autoridad bien entendida).

Estamos asistiendo a una inversión de valores. Ya no se habla de responsabilidad, deber, orden, método, disciplina, esfuerzo, mérito y sacrificio. En cambio se exalta hasta el extremo la apetencia, el deseo, el placer, la espontaneidad, la ociosidad y la diversión. Por eso la autoridad sólo se podrá recuperar retomando esos valores olvidados o postergados.

La reacción que propongo se justifica a la vista de los efectos negativos que está teniendo el permisivismo educativo. La falta de exigencia ha originado adolescentes sin hábito de esfuerzo, inseguros, sin voluntad, que se hunden ante la primera dificultad, lo que no les prepara para la vida.

La recuperación de la autoridad pasa por aceptar que es un valor importante. La autoridad bien entendida no sólo no se opone a la libertad, sino que la acrecienta, fomentando en los hijos y alumnos conductas de autonomía responsable.

El segundo paso es aumentar el crédito moral de los educadores. La autoridad reside en la credibilidad que merece quien la ostenta, basada en la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace y en una vida ejemplar. El principal recurso para crecer en autoridad y ejercerla es el buen ejemplo.

Las leyes educativas deben conferir autoridad a los profesores y respaldar sus decisiones, pero eso no basta. Los profesores deben revalidar esa autoridad conferida con su comportamiento personal, ganándose la confianza y el respeto de los alumnos.

La forma de dar la clase diaria puede dar autoridad o quitarla. En este sentido es importante que los profesores de enseñanza secundaria adquieran algunas habilidades sociales que ayudan a fomentar el buen comportamiento de los alumnos en el aula.

Actualmente se le da mucha importancia a que los jóvenes lleguen a la “excelencia”. Por eso conviene subrayar que a la excelencia solamente se llega a través de la exigencia, tal como lo expresaba el adagio latino: “Per aspera ad astra” (el camino hacia las estrellas es un camino arduo).

Gerardo Castillo

Departamento de Educación

de la Universidad de Navarra

Además, este experto pedagogo, Gerardo Castillo, impartirá mañana jueves 4 de marzo, a las 19 horas en Castel Ruiz, una conferencia sobre este mismo tema; “En busca de la autoridad perdida. Un reto para padres y profesores de hoy”.