Tudela

La foto de Raimundo Lanas

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Diversidad navarra

Debemos desconfiar siempre de cuanto nos predican desde arriba, sobre todo si se trata de los símbolos de una identidad tan cuestionada como la navarra. Y Raimundo Lanas, el Ruiseñor Navarro, es un símbolo. El dios de la Jota. Esa jota que lo es todo para quienes sólo reconocen esa expresión del folclore navarro, y que para otros en cambio es sólo una parte más, querida como todas, aunque no sea ni la más rica, ni la más añeja.

Yo ya desconfiaba de Valeriano Ordóñez, el santón de la jota, cuando escribía que «las alpargatas blancas con cintas rojas, el pantalón blanco, una faja roja, la camisa blanca, un pañuelo encarnado al cuello en forma de bandolera y una boina roja de amplio vuelo colocada con cierto aire de orgullo... Esta es la indumentaria que a los escenarios saca Raimundo Lanas”. Y de hecho, con esa indumentaria aparece en su fotografía más conocida. Sin embargo, algo no casaba. No podía ser que Raimundo cantara con boina roja en tiempos de la República, entreverado con sus muchos amigos de las Casas del Pueblo y centros republicanos.

Boina azul

Disipé mis dudas hace unos años, cuando visité en Madrid a Carmen Bravo, la viuda de Raimundo Lanas. Cordial y amable, permitió que le grabara muchas cosas conocidas de su marido, y otras no tanto. Me descubrió que el gran jotero tenía una concepción muy amplia de Navarra y de su cultura,omo ya lo plasmó en su conocida jota: Pamplona siete de Julio, cantan los mozos y mozas, los de la Montaña en vasco, los de la Ribera en jota.

Y él, de la zona media, entreveraba los dos. “Raimundo sabía bastante vasco”, me aseguró Carmen. Y lo cantaba. Todavía se recuerda el Goizeko Izarra que cantó en México cuando fue invitado por el Centro Vasco-Español en la fiesta de San Ignacio. “Con su tonalidad, resultó maravilloso” dice Carmen. Lástima que no tengamos una grabación, que nos daría una visión muy diferente del jotero.

Sensible a la diversidad de Navarra, él decía que, a su muerte, el zortziko y la jota serían su despedida, y él mismo acabó así su zortziko: Si un día en esta ausencia, Navarra mía muriera yo, quiero que ti te llegue, de mi agonía mi último adiós, La Jota y el Zortziko, que son tus cantos de bendición, serán la despedida, que de a su vida mi corazón.

El ruiseñor navarro

Cuando me despedía de la gentil señora, salió a relucir la famosa foto de Raimundo Lanas, vestido de blanco con la gran txapela roja. “No, no era roja -me dijo Carmen de forma tajante- él siempre cantaba con una boina azul oscuro, y así estaba en la fotografía. Pero el padre Ordóñez se empeñó en pintársela de rojo…”. Y aquí tembló la grabadora.

Una vez más estábamos ante la manipulación grotesca de un símbolo de Navarra.

Un jotero con txapela, que también cantaba en vasco, no interesaba a Valeriano Ordóñez: mejor darle un brochazo y pintarlo de requeté, antes incluso del 18 de julio. Y semejante manipulador, ha sido el “experto” oficial de la jota navarra.

Ya sé que boina roja, o boina oscura, todas son txapelas, pero al llegar a casa, cogí la fotografía y volví a pintarla de oscuro, mientras tatareaba el Goizeko Izarra. Me pareció que el Ruiseñor Navarro me sonreía.

Raimundo Lanas nació en Murillo el Fruto en enero de 1908. Siendo niño quedó huérfano de padre, por lo que pronto comenzó a ocuparse de las vacas de la familia. A pesar de dedicarse al pastoreo, lo suyo era la jota, la jota Navarra.

Poco tiempo después, decidió aprender el oficio de herrador forjador, arte que perfeccionó en Tudela. Durante el tiempo que permaneció en la capital ribera vivió en casa de su tío Julián. Por aquel entonces ya soñaba con emular la figura de Julián Gayarre, que también trabajó como herrero en sus comienzos.

Raimundo Lanas comenzó a cantar en su localidad natal y, poco después, comenzó a pasear su talento por diversas localidades cercanas, como Tudela, Carcastillo, Villafranca... Posteriormente le llegó el turno a Pamplona. Fue en la capital ribera donde se inició en la música. Allí formó parte de Los amigos del arte y del Orfeón Pamplonés. El director de esta última formación musica, Remigio Múgica, alentó a Raimundo Lanas en sus comienzos.

En Pamplona también conoció a Miguel Cenoz, guitarrista de Ostiz. Se convirtió en su acompañante y amigo y fue quien le llamó a Barcelona, donde grabó sus primeras jotas.

De Raimundo Lanas podemos decir que fue el gran renovador de la Jota Navarra. Para ello, fue apartándose de la línea melódica de la Jota de Ronda, alejándola cada vez más de la aragonesa. De esta forma comenzó a dotar a la Jota Navarra de una marcada personalidad, produciéndose así un renacimiento del Romancero Navarro.