Tudela

Humor Ribero

Historia con moraleja

La nevera

Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un bote grande de vidrio y procedió a llenarlo con pelotas de golf.

Después preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.

El profesor cogió una caja llena de perdigones y los vació dentro del bote. Estos llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.

Después el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del bote. Por supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor volvió a preguntar de nuevo si el bote estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí unánime.

El profesor, rápidamente añadió dos cervezas al contenido del bote y efectivamente, el líquido llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían.

Cuando la risa se fue apagando, el profesor les dijo:
- Quiero que os fijéis que este bote representa la vida -.

Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que te apasionan. Son cosas que, aunque perdiéramos el resto y nada más nos quedasen estas, vuestras vidas, aún estarían llenas.

Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche...

La arena es el resto de las pequeñas cosas. Si primero pusiéramos la arena en el bote, no habría espacio para los perdigones, ni para las pelotas de golf.

Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes.

Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, concédete tiempo para ir al médico, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o tu afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, para reparar la llave del agua.

Ocúpate primero de las pelotas de golf, de las cosas que realmente te importan. Establece tus prioridades, "el resto sólo es arena".

Uno de los estudiantes levantó la mano y le preguntó qué representaban las cervezas.

El profesor sonrió y le dijo: "Me encanta que me hagas esta pregunta! La cerveza es para demostrar que aunque tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para dos cañas con un amigo".

Tres almas suben al Cielo y San Pedro, que está en la puerta, les dice:

-Si no es por no dejarles entrar, pero es que aquí no cabe ni un alma... Bueno, una sí cabe.

Las tres almas se miran entre sí con expresion extrañada y dice una:

-Vale ¿y qué hacemos?

-Yo lo que hago en estos caso - Dice San Pedro- es que cada alma cuente su muerte y la que séa más alucinante, entra.

Entonces la primera alma cuenta:

-Yo hacía tiempo que sospechaba que mi mujer me ponía los cuernos y un día decido llegar antes del trabajo para pillarla in fraganti. Subo los 25 pisos andando para que no oigan el ascensor. Y tal como sospechaba, me encuentro a mi mujer desnuda tumbada en la alfombra, y la muy zorra me dice que estaba haciendo gimnasia... ¡en pelotas! Me empiezo a cabrear y a buscar al cabrón que se la está tirando. En esas oigo que alguien da golpecitos en la ventana y me encuentro a un tío colgado en la cornisa. Entonces, agarro un bate de béisbol y le empiezo a dar hostias hasta que se suelta y cae, pero el hijo de puta tiene tanta suerte que cae encima de un toldo, rebota, y cae en los arbustos y se salva. Yo, desesperado, cojo la nevera y se la tiro, con tan mala suerte, que se me enreda el cable en el pie y caigo tras la nevera.

San Pedro, alucinado, le hace salir para que pase la siguiente alma:

-Yo era un limpiacristales con futuro, y un día que estoy limpiando los cristales de un piso 26, se me rompe una cuerda del andamio y caigo, pero consigo agarrarme a la cornisa del piso de abajo. Empiezo a dar golpecitos a la ventana para ver si alguien me puede ayudar. Entonces sale un tío con los ojos rojos de ira y me empieza a dar hostias con un bate de béisbol y a insultarme, hasta que caigo. Tengo suerte de que hay un toldo que me hace rebotar a unos arbustos, pero cuando abro los ojos, veo que cae una nevera sobre mi con el tío detrás.

San Pedro, ya a punto de romper a reír, le dice a la siguiente alma que pase, pero ya podía ser cojonuda su muerte que lo tenía dificil para entrar.

-Pues sucede que me estaba tirando a la mujer de un amigo cuando aparece él y no se me ocurre otro sitio que esconderme que en la nevera...