Tudela

El Humilladero de Tudela. Recuperación del Crucifijo del Puente

Es el momento de restaurar por fin este pequeño vestigio de la Historia de Tudela y parte de la memoria de sus ciudadanos, un logro largamente anhelado.

Humilladero
photo_camera El término “humilladero” es alusivo a la actitud de los fieles que pasaban ante el crucifijo y templete que lo cobija; es decir, bajaban la cabeza en señal de respeto y oración

El pasado 23 de septiembre de 2022 y bajo este título, se celebró una conferencia en la Casa del Almirante dentro de las Jornadas Europeas del Patrimonio, organizadas por Tudela Cultura con la colaboración de la Asociación de Amigos de la Catedral de Tudela y la Universidad Pública de Navarra.

Humildemente y como autor del estudio histórico de dicho Humilladero, traté de exponer tanto lo que se conocía hasta ahora de su devenir histórico, como los pequeños hallazgos que he ido descubriendo en la presente investigación; todo ello con la finalidad de crear un contexto histórico que explique las actuales ruinas y constituya una guía en la futura restauración. 

En primer lugar, es necesario explicar el propio término “humilladero”, alusivo a la actitud de los fieles que pasaban ante el crucifijo y templete que lo cobija; es decir, bajaban la cabeza en señal de respeto y oración. Todavía mejor lo explica el erudito tudelano Juan Antonio Fernández quien asegura que “humilladero porque los caminantes se ponían en el de rodillas, así para pedir al Altísimo y a su Santísima Madre prosperidad en la jornada, como para dar gracias a Dios a la vuelta del viaje”.

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El Humilladero del Puente es un pequeño vestigio de la Historia de Tudela

Otro aspecto importante es la ubicación de los humilladeros, estratégicamente dispuestos en los cruces de caminos y accesos a los pueblos y ciudades, a modo de cruz de término para delimitar la entrada a un espacio urbano y sagrado. El que nos ocupa se nombra como “Humilladero o Crucifijo del Puente” en la orilla izquierda y en su extremo oriental, junto al primero de los torreones del mismo. Y no era el único, porque tal y como se pudo ver en un dibujo de 1766 del Antiguo Convento de Santa Clara -descubierto por Manuel Sagastibelza y conservado en el Archivo de Simancas-, al menos existía otro junto a la Puerta de Zaragoza en el cruce de los caminos de Capuchinos (actual Avenida de Zaragoza) y San Marcial. Sin embargo, en este caso el vástago de piedra con la cruz y dispuesto sobre tres gradas, se encontraba descubierto sin la protección de ninguna estructura arquitectónica.

El estado de la cuestión, término historiográfico alusivo a las referencias bibliográficas del monumento objeto de estudio, resulta interesante en un edificio muy presente en las eruditas discusiones locales desde los años 80 del siglo XX, el cual ha sido objeto de reconstrucciones ideales basadas en aspectos formales. Las primeras referencias provienen de Juan Antonio Fernández y Yanguas y Miranda en los siglos XVIII y principios del XIX respectivamente, muy valiosas en tanto en cuanto pudieron contemplarlo en su estado primigenio antes de su transformación en fortificación y luego espacio doméstico. Sin embargo, eso es tan solo cierto si nos referimos a la construcción barroca que todavía hoy subsiste, aunque muy deteriorada. Para conocer el aspecto del edificio levantado en el siglo XVI, se puede recurrir a la descripción que hace Pedro Agramont en su Historia de Navarra en 1632.  

Posteriormente, las fuentes publicadas para conocer el Humilladero pasan por las referencias de Mariano Sainz en sus Apuntes Tudelanos y las aportaciones de José Ramón Castro Álava al respecto de la talla de la cruz, dentro de su obra sobre la Escultura del Renacimiento en Navarra. Francisco Fuentes en un artículo, pormenoriza los avatares del Humilladero durante el siglo XVI; además, aporta el documento principal de estudio sobre la construcción de la restauración barroca a finales del siglo XVII, contenido en su Catálogo del Archivo Municipal de Tudela. Se trata de las capitulaciones y el proceso administrativo promovido por el Ayuntamiento en 1690, ya que se trata de un proyecto local bajo la propiedad e impulso del Consistorio, no de las autoridades eclesiásticas. Sin embargo, localizado dicho documento desde la publicación del Catálogo en 1947, no ha sido estudiado ni divulgado suficientemente a pesar de contener las claves de su reconstrucción. 

No casualmente, en este momento se produce la venta del edificio y aumenta el abandono y olvido que le ha provocado el gran deterioro que hoy presenta. Justamente su redescubrimiento viene de la mano de Carlos Elizalde en el momento de la restauración y ampliación del Puente sobre el Río Ebro; una reivindicación que desde entonces no ha cesado, consiguiendo la recompra del mismo en 1991 y el adecentamiento del entorno. Un artículo en prensa de José Luis Ramírez en 2001 supuso un resumen de su estudio histórico y el impulso para su estudio arqueológico por parte de Juanjo Bienes, en busca de la cruz perdida que finalmente se trataba de uno de los fragmentos del poste arquitectónico, la cual se empleó como pilar del piso superior cuando se reacondicionó como vivienda y vaquería. Su inclusión en la Lista Roja del Patrimonio en Peligro de Hispania Nostra en 2018, supuso otro incentivo en su recuperación la cual esperemos que sea la definitiva, más aun contando con una subvención concedida con los Fondos Leader.

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Es el momento de restaurar por fin el Humilladero del Puente

En este momento y contando ya con el proyecto de restauración por parte de los arquitectos Joaquín Torres y Verónica Quintanilla, debemos reflexionar sobre el modo que se han planteado las posibles reconstrucciones del Humilladero. Antes de echar a volar la imaginación, habría que respetar las Cartas Internacionales de Restauración de la Unesco que determinan una intervención respetuosa debiendo ser las partes nuevas diferenciables y desmontables. Las fases del monumento han sido muchas y si queremos “restaurarlo a su aspecto original”, no se puede determinar sólo uno. La cruz con una imagen de Cristo en una cara y una Coronación de María en la otra, la comenzó a labrar Baltasar de Arras en 1540 bajo un templete de piedra fabricado por Pedro Garmendia, pero no queda rastro de ninguno de ambos. Por ese motivo, en el proyecto se plantea una sencilla cruz de hierro sin elementos figurativos. 

Sí que se conserva parte del templete barroco iniciado en 1690 por el maestro de obras Pedro Bretaña y terminado en 1705 por Pedro Ceaorrote, aunque en un nivel inferior a la cota actual del suelo, además de haberse hundido la cubierta y una de las fachadas. La transformación del Humilladero en casa fortificada en 1834, las construcciones adosadas que no han podido ser eliminadas y el desplome de toda su parte superior, nos ha privado de la posibilidad de conservar el perfil original. Es cierto que es una pena no poder contemplarlo de un modo exento, pero también es algo subsanable en el futuro; igualmente, tampoco se pueden eliminar las motas del Río para recuperar el nivel original del terreno.

Por tanto, se ha planteado una restauración respetuosa recuperando el nivel original rehundido tras una sencilla barandilla y escalinatas de acceso; además, en el interior se ha planteado recuperar el trazado de la antigua cúpula y el volumen de la fachada desaparecida. Aunque no se ha restituido la altura primigenia, sí que se ha rememorado el remate pero a una altura menor, mediante un nuevo friso y cornisa en lenguaje contemporáneo recordando a edificios de la época.

Con todo, es un buen proyecto respetuoso con la azarosa vida del monumento y un paso definitivo en su recuperación. Habrá quien no entienda el aspecto contemporáneo de algunos materiales y diseños, pero no son tiempos de labrar nuevos escudos y relieves en yeso con motivos renacentistas o dieciochescos. Es el momento de restaurar por fin el Humilladero del Puente, un pequeño vestigio de la Historia de Tudela y parte de la memoria de sus ciudadanos, un logro largamente anhelado. En definitiva, un éxito de unos “tiempos modernos” en los que se respeta el Patrimonio Histórico-Artístico: ya no se queman libros antiguos ni se derriban templos y palacios; por el contrario, se restauran lienzos, esculturas y se rehabilitan monumentos. Al menos, así lo quisiéramos creer.