Tudela

¡Hombres!

Hombres... ¡Qué haríamos sin ellos en fiestas! ¿Qué hombros y qué piernas lucirían las camisas y pantalones blancos inmaculados, refrotados y planchados anteriormente por las manos de una mujer? ¿Quién nos cocinaría durante estos días esos puntuales y suculentos almuerzos (porque durante el resto del año no saben o no quieren cocinar, claro)?

¿Qué haríamos sin sus piropos y proposiciones deshonestas provocadas por un casi coma etílico? ¿Y sin sus fuertes brazos, atentos a un traspiés de su pareja en la Revoltosa? ¿Quién nos llevaría la chaqueta por si hace frío por la noche...?

Los hombres son nuestra media naranja entreverada al limón. Son nuestro complemento, y en fiestas mucho más: ellos ensucian y nosotras limpiamos, ellos de juerga interminable y nosotras a medio gas, pensando en nuestras muchas obligaciones cotidianas que los chicos parecen olvidar durante estos días porque, como dice mi amiga Pepa, son unicelulares, más simples que una ameba... (cosa que no es cierta del todo). Eso sí, con su puro casual en la boca y esos disfraces de chirogota que les gusta ponerse, ofrecen una imagen más que ridícula que, no obstante, en fiestas tiene su hueco, porque todo vale. Ellos son así, así de divinos y de ricos. ¡Felices fiestas!