Tudela

Haikus del Moncayo

Obnubilados

nos envolvió el conjuro

del dulce Huecha.

Y su sonata

encandiló a la piedra

del suave cauce.

Cuevas secretas

tertulias de las aves

entre abedules.

Raíces sabias

demandaban robustas

la luz del monte.

Y respiramos

el aire de tomillo

en sus balcones.

Y en sus veredas

nos bebimos los versos

al son de Bécquer.

Mieltxo Apastegi