Tudela

Hace 100 años...

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Las cuatro jornadas festivas

Aportemos algunos datos para ponernos en situación: Alcalde: D. Ángel Frauca. Tudela en esta época contaba con alrededor de 8.000 personas. El presupuesto municipal ordinario para las funciones en obsequio a Santa Ana era de 1.000 pesetas, aunque se aprobaron 800 pesetas.


Dicho todo esto, digamos que las fiestas en cierta medida estuvieron marcadas por la presencia de D. Santiago Ozcoidi, nuevo Obispo de Tarazona, diócesis a la que pertenecía Tudela. El día 25 llegaría a nuestra ciudad para tomar posesión de su cargo y de su silla de oro en la Catedral de Tudela. El recibimiento fue apoteósico, al grito de ¡Viva el obispo navarro!



Cercanas las fechas, las modistas trabajaban a tope para tener preparados los vestidos que numerosas mujeres estrenaban en estos días. Naturalmente el pistoletazo de salida era el comienzo de la novena a Santa Ana, concurridísima como siempre. Las garitas de las ferias se colocaban en la calle de Villanueva (ahora Herrerías) y parece ser que lo que hacía furor era comer churros, que los llamaban “forasteros”, además de los pabellones de tiro de ballesta, tablados de rifas, garitas de baratillos y algún tío vivo. En la Plaza de los Fueros se montaba un quiosco de madera muy elegante, para que pudiera tocar la Banda de Música, que era la que llevaba, en cierta medida, el mayor peso del programa festivo. Había también tres noches de fuegos artificiales. El resto de las fiestas las componían las dianas, la hoguera, conciertos, almuerzos, festejos taurinos, meriendas y cenas.

El periódico tudelano La Ribera Navarra decía en un nota: “La policía persigue a los carteristas y timadores que, como todos los años, caen como una nube”.

Vayamos con un resumen de estas fiestas de 1907. El día 25, diana a las cinco y media de la mañana, como todos los días, hasta el 28 inclusive, con la Banda de Música.


Por la noche, después de la salve, tenía lugar una hoguera en la Plaza de Santa María, donde la gente de buen humor brincaba por medio de las llamas, mientras la banda interpetaba alegres composiciones que luego se trasladaban a la Plaza de los Fueros, para terminar a las 11 de la noche. La banda también celebraba todas las mañanas su concierto en el Paseo del Prado, con nutrida asistencia de público. Incluso en uno de estos conciertos tuvo lugar un suceso. Un niño de 10 años tuvo la desgracia de caer a la canal de Mosquera, siendo arrastrado por la corriente debajo del túnel que atraviesa el Paseo. Un vecino -Benigno López- dándose cuenta de lo que pasó, se arrojó al río salvándolo, según decían, de una muerte segura.


Destacó la no celebración de la Procesión de Santiago. Habían decaído tanto los caballeros del Apóstol que tan sólo quedaban tres y no se pudieron cubrir los gastos. ¡Imagínense a cuánto ascendían!: a 30 pesetas, lamentablemente.

Todos los actos religiosos estuvieron muy concurridos, máxime con la presencia del nuevo obispo. Desde la novena hasta la gran fiesta del día 26.


En cuanto a los festejos taurinos, digamos que comenzaban a las cuatro y media de la tarde. El día 26 se celebró una corrida landesa, con precios desde 0,75 pesetas la galería, hasta los palcos a 10 pesetas, con vacas de la acreditada ganadería de Alaiza. Los célebres saltadores y quebradores franceses recibieron muchos aplausos por las arriesgadas suertes que ejecutaron, pero la asistencia fue escasa, según el periódico local “El Nuevo Tudelano”. Lo recaudado ascendió a 1.200 pesetas.


El día 27 hubo capea de vacas bravas. La entrada fue muy mala, ascendiendo el ingreso a 500 pesetas.

El domingo 28 se celebró la gran corrida de toros, y el llenazo fue prácticamente total. El ambiente que este día había en Tudela era espectacular, los trenes llegaron abarrotados de viajeros, especialmente de Zaragoza. Ls reses eran de la antigua ganadería de los Señores de Alaiza, para los reputados matadores Enrique Vargas “Minuto” y Castor Ibarra “Cocherito de Bilbao”. Como detalles curiosos, el rotativo “Nuevo Tudelano” decía: “Se calcula que en la corrida del 28, cuatro quintas partes de los concurrentes eran forasteros” y añadía: “También se sospecha que los concurrentes de gorra a dicha corrida, concejales inclusive, serían unos quinientos”. ¿Qué les parece? ¿Les suena esto en el año 2008?


En el teatro tuvo lugar la actuación de la notable Compañía de Zarzuela que dirigían los señores Escrich y Catalá, con precios que oscilaban desde las 0,50 pesetas la entrada general, hasta las 10 de los palcos. Parece ser que las sesiones no estuvieron muy concurridas. Lo que sí hubo fue un buen lío, ya que la compañía tenía reservada una sorpresa con la representación de una obra calificada -según decía el periódico La Ribera Navarra- anticlerical, titulada “Ruido de campanas”. Fue tal el revuelo que se organizó, que el Sr. Alcalde la suspendió.



Los días 26, 27 y 28 se quemaron en la Plaza de los Fueros bonitas colecciones de fuegos artificiales confeccionados por la casa de Viuda de Marín e Hijos, siendo muy aplaudidos, sobre todo la traca del día 28.



Las serenatas concurridas estivieron como final de fiestas donde la gente de buen humor echó el resto, aunque algunas señoras se quejaban de los jóvenes, de dar serenatas a todas horas con las chiflainas y trompetillas de sonido estridente o ruido final, exclamando ¡Jesús, qué chicos!


En lo negativo, digamos que ese año se suspendió la contratación de los gaiteros de Estella y en el programa tampoco figuraron los gigantes y cabezudos. Por lo visto, el Ayuntamiento no estaba para muchos gastos. De una u otra manera las fiestas en general transcurrieron sin incidentes de importancia. Lo que sí hubo, como en todas ellas, fue mucha alegría, dejando los problemas para después de las mismas.



Terminaré con esta poesía que publicaba el 1 de agosto el rotativo “El Nuevo Tudelano”: