Corella

Gran afluencia de público en el fallo de los microrrelatos

1240559647.jpg

Tres dramas microscópicos: hiperhidrosis, rubores y gomina

Más de 100 personas se dieron cita el pasado jueves en el Centro Cultural Castel Ruiz para participar en la votación de los trabajos ganadores del 7º concurso de Microrrelatos de la capital ribera. Los votos dieron como vencedores a José Manuel Pereira (Tres dramas microscópicos: hiperhidrosis, rubores y gomina con 55 votos), Guillermina Vallejos (La serpiente con 48 votos), Iris Marañón (Si me ves ausente con 33) e Iris Alfaro (Jonás con 53 votos), en la categoría de Integración.

Los asistentes, que fueron obsequiados con una rosa, escucharon, en primer lugar, los 15 relatos finalistas (10 de tema libre y 5 para el Premio Especial de Integración otorgado por la Concejalía de Bienestar Social). Éstos habían sido seleccionados previamente, de los 86 que se presentaron, por un jurado compuesto por los miembros de Traslapuente Juanjo Valencia, Elías Marchite, Eduardo Pérez, Rafael Rodríguez y Manuel Arriazu. Después llegó la hora de votar a los favoritos y, tras el recuento, se abrieron las plicas dando a conocer a los cuatro ganadores quienes recibieron un premio de 400 euros. En este intervalo, el acto continúo con la lectura de diversos microrrelatos a cargo de varias personas del público. Merche Sampedro, edil de Cultura, fue la encargada de clausurarlo.

Más de 100 personas, que fueron obsequiadas con una rosa, se dieron cita en el salón de actos de Castel Ruiz donde en primer lugar se leyeron los 15 relatos finalistas (10 de tema libre y 5 para el Premio Especial de Integración otorgado por la Concejalía de Bienestar Social). Éstos habían sido seleccionados previamente, de los 86 que se presentaron, por un jurado compuesto por los miembros de Traslapuente Juanjo Valencia, Elías Marchite, Manuel Arriazu, Eduardo Pérez y Rafael Rodríguez. Después fue el público el encargado de votar a sus favoritos y, tras el recuento, se abrieron las plicas dando a conocer a los cuatro ganadores quienes recibieron 400 euros cada uno.

La serpiente

DRAMA UNO.-Después de 2 años de silencioso seguimiento visual en la parada del autobús, después de millones de intentos de decirle algo mientras validábamos nuestros bonobuses, después de miles de gestos y de cientos de miradas que evidenciaban que estaba enamorado de ella hasta las trancas, después de desear docenas de veces una oportunidad para confesarle mis sentimientos, cuando ésta se me presenta en forma de asiento libre a su lado, resulta que me quedo en blanco como un imbécil. Y encima me sudan las manos.


DRAMA DOS.- Me he enamorado como una colegiala de un chico con el que coincido todas las mañanas en el autobús. Algo tiene que sospechar porque me pongo roja en cuanto le veo. Míralo qué guapo, con esas gafas tan modernas y ese pelo engominado. El caso es que, no sé por qué , estaba convencida de que hoy me iba a decir algo. Y además había un asiento libre a mi lado. Pero, maldita sea mi estampa, tuvo que ocuparlo el tío petardo éste al que le sudan las manos. ¿Por qué no te vas ya, gañan, y dejas que se siente él?



DRAMA TRES.-Parecía imposible pero por fin se han sentado juntos la vergonzosa y el manos sudadas. A ver si se arreglan. Por cierto, tengo que hacer caso a mi mujer y a las gemelas y cambiarme de gafas. Eso sí, ni hablar de dejar de utilizar gomina.

Si me ves ausente

Era una preciosa mañana de mediados de Junio. Sentí la necesidad de dar un largo paseo y me adentré en un paraje distinto de lo cotidiano.

Habían pasado horas cuando el sol, enmarcado en su fuego, se dejó ver sobre la planicie. Estaba agotada. Divisé un sendero por donde discurría un pequeño riachuelo, me acerqué y me senté en una piedra junto al agua.

Cerré los ojos para sentir la vida que me rodeaba. De pronto un inquietante tintineo me sobresaltó. Y …¡La ví! Casi me rozaba la mano que tenía sobre la piedra, con la cabeza erguida y dispuesta a saltar sobre mí. Su cascabel se agitaba de un lado a otro. Dios mío, ¡Iba a morir!

Toda mi vida pasó por mis ojos. Después de todo no era tan malo: tenía más de cuarenta años, un trabajo de mierda, mi pareja se había ido dejándome una hipoteca y dos adolescentes que a menudo no sabía cómo manejar, no era tan terrible. Abrí los ojos dispuesta a encarar mi destino.

Se había ido. No quiso cargar con tanta responsabilidad.

Jonás

“ Si me ves ausente, llámame amor. Volveré a ti al instante.”

Se le volvió a perder la mirada y permanecieron así, dos manos de pergamino, la una junto a la otra. Recordando ella lo que él no volvería a recordar.