Tudela

Fiesta religiosa y tradición popular

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El simbolismo

El 25 de diciembre, día de Navidad, los cristianos celebramos la Encarnación de Dios. Como explica Txuma Arguibide, párroco de la unidad parroquial del Casco Viejo, “lo esencial es que Dios se hace hombre.” La elección de la fecha es la cristianización de una fiesta pagana dedicada al dios Helios durante el Imperio Romano. Coincide con el solsticio de invierno que es el día más corto a partir del que el sol empieza a crecer. La Iglesia, utilizando la metáfora de Dios como sol que viene a iluminar al hombre, adopta esta fecha para marcar un hecho histórico en el que la fecha no es lo importante. En realidad, no se conoce el día exacto en el que nació Jesús y las ultimas investigaciones apuntan a que el año de su nacimiento fue, paradójicamente, 4 ó 5 años antes de Cristo.

El ambiente festivo en las calles induce a pensar que se trata de la celebración más importante para los cristianos. Sin embargo, la Navidad marca el inicio del misterio central de la fe cristiana que es la Resurrección.

Origen pagano

Todos los relatos de los evangelios referidos a este acontecimiento están llenos de simbolismo. “La Biblia está escrita con una mentalidad oriental que no es la mentalidad histórica que nosotros tenemos”, apunta Arguibide, “se trata de transmitir un mensaje de Verdad a través de figuras y comparaciones y es: que Dios viene para todos. Los pastores simbolizan a los pobres y a los pecadores, que son los primeros en enterarse. Los magos en el evangelio aparecen como magos de oriente pero no como reyes, ni se dice que fueran tres. Su mensaje es que los que no son judíos también tienen que conocer a Dios. Todo tiene un sentido más profundo: la manifestación de Dios a los paganos.” Una de las tradiciones basada en este lenguaje literario de los símbolos y las metáforas son los nacimientos, conocidos coloquialmente como belenes, y que tienen su precursor en San Francisco de Asís. Sin embargo, en la decoración de las casas, van perdiendo protagonismo en favor del árbol navideño; otro símbolo cristiano, preferido por los protestantes, y que representa el paraíso donde Adán y Eva disfrutaron. Según explica el párroco de San Jorge, Santa María y la Magdalena “mediante la encarnación Dios nos quiere devolver al Paraíso, por eso, el árbol tiene regalos que simbolizan los frutos buenos.”

La Navidad “como muchas otras cosas que ha aportado la Iglesia a la sociedad (los derechos humanos, el concepto de igualdad o el descanso dominical), ha ido perdiendo la referencia”. Se ha introducido de tal manera en nuestra cultura que se han ido incorporando nuevos elementos a lo largo de los siglos que nada tienen que ver con el acto religioso, pero que aportan nuevos significados, como las reuniones familiares o el hacerse regalos porque sí, por ser el otro. Las luces, los villancicos, el turrón, el cava… se han convertido en elementos imprescindibles que junto con los intereses económicos de los centros comerciales han acabado enterrando el significado original de la Navidad.