Pamplona/Iruña

Fernando Remacha triunfa en Madrid

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Hasta en dos ocasiones tuvieron que salir a saludar al público los pianistas Fernín Bernetxea y Horacio Sánchez tras finalizar el concierto homenaje al compositor tudelano. Los aplausos retumbaban en la sala Manuel de Falla del Real Conservatorio Superior de Música. Más de doscientas personas abarrotaron el recinto, invitados por la Consejería de Cultura del Gobierno de Navarra, la Delegación del Ejecutivo foral en la capital y las asociaciones navarras afincadas en Madrid.

El compositor y musicólogo Tomás Marco, vinculado con Navarra por sus raíces familiares, ejerció de maestro de ceremonias con una ponencia inicial en la que hizo un recorrido por lo más destacado de la obra y la biografía de Fernando Remacha (Tudela, 1898-Pamplona, 1984). Desde sus inicios como violinista en su ciudad natal hasta sus últimos años aquejado de la enfermedad de Parkinson, que “resistió estoicamente”. Así recordó su primera obra orquestal, “Alba”, compuesta en 1922, ó la banda sonora de “Centinela alerta” para Luis Buñuel, así como un buen número de partituras que no sólo le hicieron merecedor del Premio Nacional de Música en 1933 y 1938 (reconocimiento que en 1980 le fue otorgado a toda su carrera), sino que le colocaron como el músico más destacado de la generación del 27. “No sólo su figura mayor, sino la más original –defendió Marco-. Fue un gran compositor al que admiro como persona a la que tuve el honor de tratar. Inteligente, lúcido y de una amabilidad extrema que conservó siempre sus raíces tudelanas, de una tierra a la que tuvo que volver en lo que es todo un ejemplo de exilio interior. Como republicano, estuvo a favor de la evolución del país. Pero al no haber ostentado un cargo público, no tuvo que salir de España. No se exilia, pero sí se retira, no dando a conocer sus obras. Podía haber hecho mucho más, tal y como demostró a partir de la década de los 50 ganando concursos. Fue así como llegó a ser redescubierto en Navarra. Es, sin duda, un clásico español y europeo del siglo XX”.

Ese amor a su tierra, a sus ancestros, pero sin renunciar a su gusto y su trabajo por las técnicas de futuro, se reflejó en la primera obra del concierto. “Tirana” fue su homenaje al corellano Blas de la Serna, el músico más importante y conocido de la España de la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX. Genial, por cierto, la interpretación de Bernetxea, gran conocedor de la obra de Remacha. Él interpretó en solitario las primeras cuatro obras del recital. La segunda fue la “Sonatina para piano”, en la que se reflejan sus influencias del estilo nacionalista y de la escuela italiana. A continuación, la expresionista “Epitafio”, que Fermín destacó como “la más impresionante por su juego de las armonías y los pedales para buscar las resonancias. Es una maravilla. Recibía información de las corrientes musicales europeas, estaba muy al día, pero aún así resulta complicado pensar cómo, después de lo que vivió en los tiempos de la República y luego con su exilio en Tudela, pudo componer semejante obra”. Por último, después de “Tres piezas para piano”, Bernetxea contó con el acompañamiento de Horacio Sánchez para interpretar a dos pianos “El día y la muerte”. “Es la gran obra desconocida de Remacha. Conozco su obra desde los años ochenta, pero no fue en Tudela hasta 1998, con el centenario de su nacimiento, cuando tuve el honor de estrenarla. Ahora ya la hemos grabado y se ha incluido en la edición del disco. Nunca antes se había hecho y eso es un problema. Remacha es un autor poco conocido, sobre todo en Navarra. Es el gran olvidado, el gran desconocido por los políticos navarros y, también, por los propios músicos de la Comunidad foral, que al ser un compositor de la tierra piensan que ya lo estudiarán más adelante, cuando creo que hay que empezar primero por lo que tenemos en casa”.

“Sus obras se interpretan con menos profusión de lo que se debiera”, lamentaba Tomás Marco, al que también le sorprendió y entristeció conocer que fue derrumbada la ferretería familiar de Remacha. “Creo que desde Navarra se puede hacer bastante todavía por Fernando Remacha, porque es una gran figura que hay que potenciar. Debería estudiarse más y las formaciones musicales, desde las corales hasta las orquestas, deberían programar más su obra, ocuparse un poco más. Y las instituciones deberían trabajar en darlo a conocer y pontenciando las grabaciones de sus partituras”.