No son buenos tiempos para la financiación y las cuentas de las administraciones locales en España. En muchas ocasiones, éstas se ven endeudadas y ahogadas para hacer frente a necesidades que supondrían una mejora la calidad de vida de sus vecinos. En Navarra y en la Ribera, con algunos consistorios más saneados que otros, la tónica no es demasiado diferente.
Los presupuestos se guardan una cantidad determinada para inversiones, pero la mayoría de los gastos no suelen revertir en obras de calado o, al menos, en aquellas que a menudo los responsables municipales califican como ‘visibles’ o ‘vistosas’. Las excepciones, como por ejemplo la de Arguedas con la recién inaugurada Plaza General Clemente (financiada con fondos propios), no abundan. Ante este panorama, un aliado asoma de vez en cuando. Y ese no es otro que la Comisión Europea.
“Los fondos europeos son ahora mismo la única manera de acometer cualquier proyecto que se plantee en los pueblos o a nivel comarcal”, explica Mariano Herrero, alcalde de Monteagudo y anterior presidente de la Federación Navarra de Municipios y Concejos. “En esta época de crisis, en la que las aportaciones de Gobierno de Navarra son limitadas, no hay otra opción que agarrarse a esto, más aún ahora, cuando el Plan de Infraestructuras Locales de cara a 2016 se ha reducido prácticamente un 50%, quedándose en 10 millones de euros para toda Navarra”, añade el mandatario de UPN. En su localidad se inauguró en octubre de 2014 un centro juvenil financiado con 148.672,85€ (la inversión total era de 256.991,64€) del Eje 4 LEADER, un fondo destinado a subvencionar proyectos a nivel local.
De la Ribera a Bruselas distan unos cuantos miles de kilómetros. Y aunque en la comisión se cuecen muchos asuntos de calado con alcance internacional, la UE implementa desde hace décadas programas de ayuda para la vertebración de los territorios. Entidades locales, asociaciones, sindicatos, centros educativos, universidades, empresas… todos estos agentes pueden beneficiarse. Aunque pueda llegar a sonar paradójico, las regiones de los diferentes países de la zona (260 con delegación en la UE) tienen un peso importante para la comisión y sus políticas de ayudas.
“Tomar la iniciativa”
Mikel Irujo, delegado del Gobierno de Navarra en Bruselas, explicó la semana pasada esta realidad en una reunión informativa en Tudela. Un total de 25 representantes de ayuntamientos, empresas y sindicatos de la comarca acudieron a la cita. En ella, Irujo desgranó algunas de las claves para acceder a los programas de fondos europeos e insistió en que esta función es una de las tres que cumple la delegación a nivel europeo. “Además de la representación institucional y el apoyo a la promoción de Navarra en el exterior, uno de nuestros objetivos es aumentar el retorno de fondos desde Europa hacia Navarra”, explicó. Aunque una frase que salió de su boca resaltó sobre todas las demás. “Son las regiones las que tienen que tirar del carro y presentar propuestas”.
Así pues, como corroboró Irujo, las entidades locales son “grandes protagonistas de todos los programas europeos a los que se puede acceder”, pero la comisión no llama a las puertas de nadie, sino que la mecánica es la contraria. “Es importante recalcar que hace falta una planificación previa, un plan concreto de trabajo por parte de aquel que quiera acceder a este tipo de fondos. La iniciativa nace de aquel que tiene la necesidad concreta o la idea innovadora. Cuanto mayor sea la cohesión interna a nivel regional mayor será el éxito del retorno de los fondos”, reseñó Irujo.
Entidades mancomunadas como el Consorcio EDER han sido y son los agentes a través de los que los municipios de la Ribera y la propia comarca en clave colectiva han accedido a algunas ayudas europeas, sobre todo en la última década. No obstante, desde los propios ayuntamientos existe a veces la sensación de que no se ha llegado a aprovechar todo el potencial de dichos programas u oportunidades. La falta de información o la complejidad para llegar a ella puede ser a veces una de las causas, como expresa Conchi Ausejo, alcaldesa de Cortes. “Vemos que hay muchas subvenciones y ayudas, pero creo que el acceso a la información es muy limitado. Necesitamos que nos expliquen bien cómo articular todo este tipo de solicitudes, porque la sensación es que no hemos podido acceder a muchísimas oportunidades pese a que están ahí desde hace años”, dice la primera edil, que también asistió a la sesión de trabajo. “Vería positivo que se organizaran este tipo de encuentros más a menudo, para poder trasladar de forma efectiva nuestras necesidades”, añade.
Estar en las redes
En esa línea, Mikel Irujo también dejó claro que el propio Gobierno de Navarra también tiene que fomentar su papel como agente integrador y de creador de foros. “Hasta el momento, la Delegación del Gobierno de Navarra en Bruselas no ha tenido como política el realizar este tipo de charlas informativas, pero desconozco por qué”, dijo en Tudela el delegado, que está en el cargo desde agosto de 2015.
La importancia de ‘cazar’ las oportunidades que llegan desde Bruselas radica también en el acceso a las redes. “Las redes son un mecanismo de relación que tienen las regiones en Europa con otros operadores o agentes. Son como clubes de socios en los cuáles se acede a contactos directos y servicios de asesoría. Y el objetivo de Navarra tiene que ser el mejorar la pertenencia a ese engranaje”, explicó Irujo.
En definitiva, Europa no sólo es un mero aliado financiero, sino que además se convierte en un agente capital a la hora de aportar valor añadido al desarrollo de territorios con necesidades como la Ribera. “Tenemos recursos, pero nos falta producto y promoción de ese producto articulado”, desgranó el alcalde de Tudela e impulsor de la reunión, Eneko Larrarte. “Debemos pasar de las demandas a las propuestas. En sectores como el agroalimentario, el de las renovables o el turismo tenemos mucho que decir, pero también en otros como la puesta en valor de nuestro patrimonio o el de la automoción, ya que nuestra área es atractiva desde el punto de vista de la logística”, añadió Larrarte. El consenso entre entidades locales y su capacidad de trabajar en común debería hacer el resto.
