Pamplona/Iruña

ETA ha dejado en Navarra una cuarentena de personas asesinadas

Además, en los atentados perpetrados por ETA fuera de la Comunidad Foral también ha habido víctimas vinculadas con Navarra.

De hecho, el primer asesinato que se le atribuye a ETA, no reconocido por la banda, se remonta a junio de 1960 en la estación de Amara, en San Sebastián, donde murió la niña de 22 meses Begoña Urroz, la primogénita de un matrimonio navarro recién instalado en Guipúzcoa.

Y el 30 de junio de 2009, en el último atentado mortal cometido por ETA en España, murió en Calviá (Baleares) el agente de la Guardia Civil Diego Salvá Lezáun, un joven de 27 años, nacido en Pamplona y que entre sus aficiones tenía las motos y Osasuna.

Entre ambos, una historia de sufrimiento que ha afectado a toda la sociedad, de la que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se han llevado la peor parte.

Una muestra de ello es Alfredo Aguirre Belascoáin, que tenía 13 años cuando murió el 30 de mayo de 1985 en el casco viejo pamplonés, junto a su casa, al explotar una bomba que ETA había colocado para la Policía Nacional, uno de cuyos agentes, Francisco Miguel Sánchez, falleció en el mismo atentado.

En la lista de víctimas, que abrió en la Comunidad Foral el 26 de noviembre de 1977 el comandante de Infantería Joaquín Imaz al ser asesinado a tiros en la plaza de toros de Pamplona, la mayoría son miembros de la Policía Nacional y la Guardia Civil, desde agentes hasta generales como Juan Atarés Peña, asesinado de tres disparos en Pamplona el 23 de diciembre de 1985.

También hay empresarios y trabajadores como la repartidora de periódicos María Cruz Yoldi Orradre, de 63 años y madre de seis hijos, que murió el 17 de octubre de 1987 por una bomba colocada en una aseguradora de la capital navarra.

Además han sido víctimas de ETA civiles como Gregorio Hernández Corchete, que el 15 de octubre del 1982 acudió al cuartel de la Guardia Civil de Leitza a pasar la revisión de su escopeta de caza y a la salida fue ametrallado.

Entre los políticos víctimas de ETA están el exalcalde de Etxarri Aranatz Jesús Uláyar, asesinado a tiros y en presencia de un hijo de 13 años el 27 de enero de 1979 cuando llegaba a su casa; el concejal de Pamplona Tomás Caballero, tiroteado el 6 de mayo de 1998 cuando salía por la mañana de su domicilio para ir a trabajar; y el edil de Leitza José Javier Múgica, al que una bomba lapa en su camioneta de trabajo mató el 14 de julio de 2001.

Especialmente sangriento fue el 13 de abril de 1984, cuando en una mañana ETA asesinó de dos disparos en Mercairuña al militar retirado desde hacía 20 años Jesús Alcocer Jiménez y a los policías Juan José Visiedo y Tomás Palacín, víctimas de la bomba colocada en el coche utilizado por los terrorista para darse a la fuga tras el primer crimen.

El 16 de mayo de 1980, el 28 de mayo de 1983, el 28 de agosto de 1988 y el 30 de mayo de 2003 fueron también jornadas en las que la maquinaria mortal de ETA azotó a Navarra.

En la primera, dos miembros de la Guardia Civil, el cabo Francisco Puig Mestre y el agente Francisco Ruiz Fernández, fueron asesinados a tiros en el bar "Huici" de Goizueta delante de un niño de once años, hijo del dueño del establecimiento; el mismo método que empleó la banda apenas un mes después, el 15 de junio, para matar al Policía Nacional Ángel Postigo Megía en el barrio pamplonés de la Rochapea.