En España, el proceso del escrutinio de las diferentes mesas de los miles de colegios electorales constituidos hoy mismo, es un trabajo serio y rápido. Sólo hay que ver la ingente cantidad de recursos y tiempo que se invierten en otros países, donde incluso se trasladan las urnas a otro espacio para realizar el recuento, como ocurre en algún caso, y donde los resultados se conocen pasadas muchísimas más horas que aquí, e incluso días más tarde.
Aquí tardamos en poder votar libremente, pero cuando se comenzó a hacer, hace ya 40 años, se regularizó y desarrolló este proceso, como un trabajo impecable de una maquinaria ágil y limpia. Claramente legislado y articulado. ¡Y funciona bien, porqué no decirlo!
Ya no hay broncas ni intentonas de tongo. Son impensables y hasta absurdas en nuestra sociedad actual. Aquellos tiempos y formas de actuar quedaron atrás, más allá de anécdotas y chascarrillos que sirven para animar una jornada que se desarrolla pesada y lenta, como contrapunto a lo ágil y dinámico que se realiza el trabajo final: el recuento. De modo que ahora que acaba de comenzar este proceso, esperemos que todo se desarrolle con la celeridad a que nos tiene acostumbrados para, en poco más de unas tres horas, podamos comenzar a tener datos claros de los resultados en los tres plebiscitos, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad. ¡Que este 26-M es una de las convocatorias que ha contado con una Campaña Electoral previa más intensa -y sucia- de las últimas décadas!
Hoy confluyen tres convocatorias en una. Por lo que será una tarea ardua, aunque seguro que razonablemente rápida. Se dan cita los candidatos a Ayuntamientos, Parlamento Europeo, Parlamento Foral y Autonomías, en nuestras Comunidades vecinas, ante unas urnas calientes desde hace mucho tiempo, pero la gestión de estos votos será, esperemos, igualmente dinámica y eficiente.
¡Ánimo y muchas gracias por su trabajo a todas las personas implicadas en este intrincado proceso!