Tauste

Enero, cargado de buenos propósitos

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El fumar y el engordar

Las Navidades, además de ser un tiempo más dedicado a la familia, son, por las fechas, un momento de hacer balance de doce meses con un poco de todo. Al que le ha ido bien, lo único que pide es Santa Rita, que me quede como estoy. A la persona que el año que ya se va a ir no le ha tratado demasiado bien, siempre queda pensar que, seguro, el próximo año es mejor que el que damos por acabado. Sea como sea, dentro de ese análisis, de ese recuento, de esa valoración, siempre hay un momento en el que, tras comprobar cómo nos hemos portado, prometemos ser mucho mejores el año que se inicia.

Cultivar cuerpo y mente

Si hacemos el sondeo por amistades, familia y conocidos, son estos dos temas los más nombrados como asuntos en los que intervenir pronto… ¡Vamos! De enero no pasa que les vencemos la batalla. Lo del fumar va estando cada vez menos extendido. La concienciación, las buenas campañas, los medicamentos, los libros sobre cómo abandonar el vicio del humor, las apuestas entre colegas… están surtiendo efecto y muchas personas inician este 2010 con una batalla (y de las gordas) ganada.

Eso del control del peso viene de la mano con lo de apuntarse a un gimnasio y hacer ejercicio. Sabemos todos que para adelgazar la fórmula es comer menos, beber 2 litros de agua diarios (esto también necesitaría un capítulo aparte porque ¿quién lo lleva a cabo?) y mover el cuerpo. Todo sea por poder lucir mejor el cuerpo en verano y, sobre todo, por hacer algo saludable por tu cuerpo… que no está nada mal.

Otro de las promesas más extendidas para cumplir este año es aprender idiomas. Muchos aprovechamos que en enero hay colecciones para todos los gustos y preferencias para hacernos con una de inglés, francés, alemán... o ¡qué más da! Otros también intentan acabar un coleccionable ya iniciado y nunca acabado para que, de este año no pase, aprender otra lengua, que siempre viene bien y es muy útil para saber qué te dice el ordenador en algún momento dado o fardar con la última canción de U2.