Tudela

Empeoran las expectativas de los consumidores sobre la crisis

¿Cómo se llega a fin de mes?

EROSKI CONSUMER ha querido conocer la percepción que tienen los consumidores españoles ante la crisis económica, precisamente un año después de haber indagado sobre este tema por primera vez: ¿está la botella llena o medio vacía? Para obtener una instantánea que refleje cómo se vive esta realidad se ha realizado una encuesta online a más de 2.300 consumidores de nuestro país. El año pasado, cuatro de cada diez (el 42%) juzgaban que su situación económica era peor con respecto al anterior año. En esta ocasión, el pesimismo sigue vigente: tan solo un 3% declara haber mejorado, mientras que el 43% de los encuestados percibe que las cosas han ido a peor. El porcentaje mayoritario (54%) es, sin embargo, el de quienes afirman que están en similares condiciones. Es revelador que estos datos sean ligeramente más negativos que los que se obtuvieron hace doce meses. Por territorios, los encuestados navarros son, por segundo año consecutivo, los menos pesimistas: un 61% dice mantenerse, y casi el 10% mejora. Murcianos, castellano-manchegos y andaluces, en este orden, son quienes peor perciben su situación: uno de cada dos encuestados ve que su coyuntura económica ha empeorado durante el último año.

Con estos resultados no sorprende que las expectativas de futuro también se hayan deteriorado. Respecto con 2010, son más los que creen que el año venidero será peor (16% frente al 13%), menos los que piensan que mejorará (5% frente al 7%), y menor aún es el número de los que piensan que será parecido (44% frente al 47%). La incertidumbre también crece: ante una pregunta relativamente sencilla, algo más de un tercio de los encuestados no se atreve a pronunciarse. El número de indecisos se ha incrementado. De nuevo estos datos medios pueden ser matizados por territorios. Los pronósticos más optimistas los encontramos entre los encuestados canarios (un 11% piensa que las cosas irán a mejor) y los madrileños (algo más del 7%). Es destacable que entre quienes peor habían visto el pasado reciente (murcianos, castellano-manchegos y andaluces) se polariza la respuesta: el peso de quienes piensan que todo mejorará supera la media, pero también lo hace el de quienes creen que las cosas irán a peor.

El reinado de las marcas blancas

Uno de los datos más reveladores del año pasado fue la diversa realidad que vivían los españoles en cuanto a su economía doméstica. ¿En qué condiciones se llega a fin de mes? El abanico de posibilidades era amplio, y abarcaba desde quienes conseguían ahorrar algo o bastante (un 43,4%), hasta quienes tenían que tirar de ahorros o préstamos (12,9%), pasando por quienes llegaban a final de mes sin endeudarse, aunque sin ahorrar (43,7%). Doce meses después, las cosas han cambiado ligeramente, y lo han hecho a peor: son menos los que consiguen ahorrar algo (41,8%) y más los que tienen que tirar de la hucha o los préstamos (14,9%). Quienes llegan con lo que ingresan son prácticamente los mismos (43,3%). Es probable que gran parte del ahorro que se produce tiene su fundamento en la mala perspectiva que los consumidores tienen sobre el futuro más inmediato. En condiciones normales, gran parte de ese ahorro se habría materializado en un consumo cuya falta, hoy día, favorece la atonía económica.

Por territorios, navarros, cántabros, asturianos, aragoneses y riojanos son los lugares donde las cuentas domésticas arrojan mayor saldo positivo a final de mes; de hecho, en La Rioja y Navarra encontramos que más del 12% de los encuestados afirman “ahorrar bastante”. Es en Andalucía, Canarias, Valencia, Murcia y Castilla-La Mancha donde los datos son más preocupantes, pues son los territorios donde los encuestados tiran más de sus ahorros y llegan a pedir prestado para cuadrar las cuentas del hogar.

Una manera muy razonable de ajustar el gasto doméstico en los productos más cotidianos es plantearse una recomposición de la cesta de la compra habitual. Los datos del estudio revelan que los consumidores españoles han optado de manera muy rotunda por los productos de marcas blancas (los que los distribuidores comercializan con su propio nombre). Estos productos solo están ausentes en el 2,4% de los hogares encuestados, mientras que en el 73% su presencia es “mayoritaria” o “muy mayoritaria”. De hecho, si comparamos estos datos con los obtenidos hace un año, comprobámos que hoy en día la presencia de las marcas blancas es todavía mayor. Ningún territorio se queda corto en cuanto a la presencia de marcas blancas, y destaca sobremanera la potente apuesta que por estos productos hacen los encuestados navarros y castellano-manchegos (la presencia es alta o muy alta en más del 80% de los hogares encuestados).

La interpretación parece clara: ante el ejercicio de optimizar la economía familiar, los consumidores apuestan por el equilibrio que, entre calidad y precio, ofrecen estos productos: el 45% de los encuestados (el dato supera el 50% en Canarias, Castilla-La Mancha y Valencia) afirma que, desde que comenzó la crisis, la presencia de marcas blancas en su cesta habitual se ha incrementado. Como era previsible, esto ocurre, sobre todo, en los hogares que afirman tener una situación económica complicada.

Las razones por las que los consumidores apuestan por este tipo de productos son la alta confianza en las marcas blancas (apenas un 4,9% afirma no confiar en ellas; el dato es inferior al del año pasado), y que esta confianza se basa, sobre todo, en la confianza que se tiene en el distribuidor que las vende (mucho más que en el fabricante concreto que las produce). La relación de confianza es mucho mayor, además, en los consumidores intensivos de marcas blancas: el 68% de ellos fundamenta su elección en la confianza que le ofrece su tienda habitual.