Suena el cohete a las ocho
y se abre la enorme puerta
y mansos y toros salen
comenzando la carrera.
Los mozos corren delante
de afinadas cornamentas,
de rojo y blanco vestidos,
los colores de sus fiestas.
Hay gritos en los vallados
que la mañana despiertan
y la manada camina
limpiando calles y aceras,
entre sustos y caídas,
hacia el coso de Griseras.
Al pasar el callejón,
reses y jóvenes cerca,
grita la plaza asustada
hasta que el corral se cierra,
y suenan dos chupinazos
desde el ruedo y se reza
agradeciendo a Santa Ana
otro encierro de Tudela.
Alejandro Ros Satrústegui