Tudela

El embrujo de emprender

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Érase una vez hace mucho, mucho tiempo, un pueblo pequeño, un pueblo agrícola, donde a un señor de los que entonces llamaban inventores y hoy se les llama innovadores, se le ocurrió la genial idea de construir máquinas que ayudaran a los hombres a hacer su vida mejor.



Y ocurrió que este señor tenía unos primos que empezaron doblando tubos, con ellos fabricaban sillas y pupitres, y terminaron haciendo mobiliario de oficina, resultó que estas ideas fueron cuajando poco a poco, y unidas a otras ideas de otros señores, ese pueblo pasó de agrícola a industrial y otros hombres y otras mujeres fueron creando sus empresas, hasta que dieron forma a lo que hoy es Peralta.



Parece que fue ayer y ya han pasado 30 años, cuando animados por, quizá una fuerza interior, un ilusión, una locura, hombre y mujeres de este pueblo decidieron emprender una nueva aventura en sus vidas, porque sí amigos, crear una empresa es de verdad una aventura.



Desde hacía tiempo les rondaba por la cabeza la idea de tener su propia empresa, era algo que se fue gestando en su interior durante mucho, mucho tiempo y que empezó a tomar forma allá por los años 80, años en los que Peralta empezó su camino hacia la industrialización.



Y como todos los cuentos, éste también tiene sus brujas buenas y sus brujas malas, tan malas, que lo intentaron todo para conseguir sus propósitos.



Primero los visitó la bruja del miedo, que se encargo de asustarlos mucho, mucho para que no siguieran adelante.



Como ella no consiguió nada, mandó a la bruja de las deudas y ésta sí que les daba miedo cuando les decía que cómo iban a pagar las deudas, que luego tendrían que devolverlo todo que, para qué, para qué se estaban complicando la vida y otras cosas, que sólo con recordarlas se ponían a temblar. ¡Qué miedo pasaron! Pero cuando más asustados estaban apareció la bruja Alegría y les preguntó –qué os pasa que estáis tan asustados-. Al principio no le hicieron caso; pero poco a poco confiaron en ella.



Les dijo que era la bruja alegría que les traía un regalo que, aunque dependía de ellos mantenerlo vivo, siempre les ayudaría en su camino. Este regalo era la ilusión. La ilusión por crear su propia empresa, por hacerla crecer, por el trabajo bien hecho, por los buenos días y hasta por los malos días, y les dijo que si mantenían siempre esa llama encendida hasta de los momentos más difíciles conseguirían aprender.



Y aprendieron, y lo hicieron junto a otras personas que les han acompañado en todos estos años, con los que crecieron y compartieron momentos realmente maravillosos, momento difíciles, momentos muy felices, incluso de éxito, y es entonces cuando aparace un personaje un tanto curioso, la bruja del Presente.



Esta bruja no es ni buena ni mala; pero les decía al oído ya estáis bien así, no merece la pena cambiar, mira qué bien os va,

para que os vais a complicar si todo os va estupendamente y, poco a poco, los fue envolviendo con su música y sus buenas palabras, hasta hacerlos sentir contentos consigo mismos y con sus empresas.



Y así en ese estado de paz, de prosperidad, este pueblo creció, recibió personas de otros lugares, después vinieron personas de otros países y cuando ya estaban pensando en vivir felices

y comer perdices apareció por

el polígono la bruja del Futuro.



Fue llamando a sus puertas y les dijo que le gustaría contarles su secreto, como podréis comprender los empresarios de Peralta se pusieron muy contentos, al pensar que la bruja del futuro iba a compartir con ellos algo tan importante.



La bruja los miró con mucha dulzura, les sonrió y les contó su secreto y les dijo: El futuro, en momentos de debilidad es inalcanzable, en momentos temerosos es desconocido, y en momentos de valentía es oportunidad.



Y colorín colorado este cuento no se ha acabado, que mis brujas os acompañen siempre...