Tudela

El embotado tradicional, vivo

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El tiempo para embotar los productos que las cosechas de los hortales han dado, comenzó con el verano. Esta tradición ribera, que llevan a cabo, sobretodo, los más mayores de cada familia, ha ido evolucionando hasta llegar a nuestros días. Ha ido pasando de padres a hijos, de generación en generación durante muchas décadas en la Ribera, tierra de huertos, de buenas verduras y viejas tradiciones.

En la bajera de una casa de Tudela, Nicolás Munárriz y Luisa Jiménez llevan desde las 5.30h de la mañana inmersos en el proceso de embotado de 250Kg de tomates, procedentes de la cosecha que este año ha dado su huerto. Este matrimonio recuerda cómo hace unos 40 años el tomate, por ejemplo, se embotaba de una forma más rudimentaria: escaldándolo y pelándolo, y sin freír se echaba directamente en botes o botellas untadas con aceite. Había que añadir a los tomates unos polvos para su conservación, y se utilizaban métodos tan rudimentarios como empujar con una caña estas hortalizas para introducirlas en los frascos, según sus propias palabras.

Pero este proceso evolucionó con los años, y pasó a utilizarse la llamada "capoladora": un artilugio dotado de un recipiente en la parte superior, donde se vierten los tomates ya fritos con cebolla, durante una hora aproximadamente. La manivela que hay en la parte inferior del artilugio permite ir colando y separando, por una parte, las pieles y las pepitas del tomate, y por otra, va vertiendo la salsa de tomate ya limpia y lista para embotar. "Así es más fácil, mejor y más sano, porque todo es natural. No echamos más que la sal y un poquito de azúcar para quitarle acidez al tomate", afirma Nicolás, mientras no quita ojo a los dos grandes recipientes que tiene a sus pies con varios kilos de tomates friéndose.

"Ésto lo hacemos un par de días, todos los años, durante estas fechas, y así tenemos provisiones de tomate para toda la familia, durante todo el invierno y la primavera", afirma Luisa. "Normalmente, ésto lo hacemos solos Nicolás y yo, y cuando ya no podamos, que lo hagan nuestros hijos", prosigue. Pero éste año, dos generaciones distintas de la familia estaban colaborando en la tarea, pues su nieto, Íñigo, se encontraba en un rincón de la cocina cortando todas las piezas de esta hortaliza, almacenadas en grandes barquillas.

"Es un trabajo muy laborioso, pero estamos acostumbrado porque lo llevamos haciendo desde hace unos 45 años. Tradicionalmente, los que somos de campo, lo hacemos siempre", asegura la matriarca. Cuenta que es mejor empezar esta tarea desde muy temprano, desde el amanecer, prácticamente, para evitar el calor, y porque se tardarán muchas horas hasta que todos los kilos de tomate se hayan convertido en salsa embotada. Tras llenar todos los frascos de cristal que tienen dispuestos sobre una mesa, Luisa los introduce en una gran cacerola y los cuece durante 20 minutos, aproximadamente. Así, se asegura de que los botes estén cerrados herméticamente y se conserven durante muchos meses, afirma. "Los almacenamos todos, y hacemos una despensa para que toda la familia los vaya cogiendo cuando los necesite".