Tudela

El deseo de Navidad

Me despierto mientras las aspas de los molinos de viento de Montes de Cierzo disuelven la suave niebla que acontece, y que encubre a un tímido sol de diciembre que busca su hueco matinal. Dicen que hoy es Navidad.



Desayuno, y me dispongo a recibir una avalancha de felicitaciones vía e-mail, la gran mayoría reenviadas por otros. Luego el móvil, mensajes más creativos y personalizados. Deambulo por Facebook, mucho copy/paste, y en el buzón postal, un amigo prehistórico que remite una tarjeta de navidad con sello y todo. Entonces me pregunto: ¿Todos tienen el mismo deseo de felicidad para mí?



Yo he llegado a la conclusión de que desear cosas para los demás tiene que expresarse fuera de la Navidad. La Navidad es una muy buena época para las felicitaciones y los deseos, pero en estas fechas las hacemos porque alguien nos lo recuerda.



Deseemos cosas para los demás el resto del año, pero añadamos al desear el ayudar a que se cumplan nuestros deseos. El ser humano por definición espiritual está deseando ayudar y verse ayudado, éste es el verdadero deseo.



No midamos nuestra relación social por el número de mails recibidos, mensajes en el móvil, amigos en el Facebook o tarjetas de Navidad recibidas. Midamos realmente a cuantas personas hemos deseado cosas y les hemos ayudado a conseguirlas. Ese es mi mensaje de Navidad: “hoy me acuerdo de tí porque me lo recuerdan, pero el resto del año porque lo deseo”.



El sol ya se ha apoderado de la fría mañana, y la rosada yace esparcida en miles de gotas a la espera de su disolución. Salgo a la calle con los bolsillos llenos de deseos, y con el corazón abierto para transmitirlos.



“Que lo mejor de tu pasado se convierta en lo peor de tu futuro” Es mi deseo de Navidad.



¿Te puedo ayudar?