Tudela

El cambio climático y la salud

Un 7 de abril de hace 60 años se creó la Organización Mundial de la Salud (OMS) para ejercer el liderazgo mundial en los asuntos sanitarios. Este año, bajo el lema “Proteger la salud frente al cambio climático”, se conmemora oportunamente, proponiendo estudiar y conocer la relación de la salud con el cambio climático y adoptando las resoluciones personales y sociales pertinentes.

No en vano, la salud resulta del equilibrio perfecto entre el dinamismo de la persona y el de su entorno, o del equilibrio conjunto de los componentes vivos y no vivos de los ecosistemas. Así pues, es posible afirmar que un ser vivo o el ecosistema, o que una población o una comunidad de seres vivos está enferma, si sus respectivas actividades no están equilibradas con el entorno y, por tanto, afectadas por cambios no deseables.

La salud, la dinámica de la atmósfera y, por tanto, el clima, obedecen al comportamiento de sistemas caóticos. Estos responden con cambios muy distintos, en ocasiones impredecibles, enormes e inesperados, a alteraciones imperceptibles de la causa que los provocó: Una pelota botada en la arista del tejado puede caer en un lado de la casa o en el otro.

El aleteo de una mariposa en la Amazonia puede crear delicados cambios en la atmósfera que pueden modificarse durante el curso del tiempo hasta dar lugar a algo tan dramático como un tifón en el Golfo de Méjico. Es el conocido “efecto mariposa” de los sistemas caóticos descrito por Edward Norton Lorenz.

Manipulamos burdamente el medio natural para satisfacer egoístamente algunos caprichos coyunturales y transitorios. Consumimos energía, agua y recursos naturales en demasía. Producimos más residuos que la capacidad del entorno para reciclarlos. Generamos irresponsablemente los factores desencadenantes del cambio climático.

Éste supondrá no solamente una ligera variación de la temperatura media de la atmósfera, la disminución de la superficie de los glaciares o el incremento del nivel del agua en los océanos que afectará a algunas zonas costeras. Comportará también cambios en la circulación atmosférica, variaciones en la distribución temporal y territorial del régimen de lluvias, alteraciones en la disponibilidad de agua para el consumo de boca, industrial o de riego, desertización y erosión de los suelos, cambios espaciales de las actuales zonas de cultivo y modificaciones significativas en la distribución geográfica de las especies, incluida la humana.