Tudela

Dos riberos, cooperantes de ocasión en el Sahara

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Ayuda desde navarra

La psicóloga ribera afincada en Pamplona, Ana Baños, acaba de regresar de su último viaje al Sahara, una labor humanitaria totalmente voluntaria que lleva ejerciendo desde hace 4 años, como cooperante de la ONG “Asociación de Amigos y Amigas de la República Árabe Saharaui Democrática (ANARAPS). Aún así, reponerse de esta nueva experiencia que ha durado 15 días no le ha supuesto apenas esfuerzo ya que considera que “el cuerpo es muy sabio y se acostumbra pronto a lo bueno”. No se habitúa, no obstante, “al dolor que causan las injusticias”, en referencia a la precaria situación que lleva padeciendo la población saharaui, desde hace 30 años, por la negativa de Marruecos a aceptar el derecho de autodeterminación y referéndum de este pueblo árabe, reconocido incluso por la ONU en la década de los 70, y la consiguiente represión que se está ejerciendo en el Sahara ocupado. Todo esto con el beneplácito de la Comunidad Internacional que, lejos de aumentar su ayuda a este pueblo, condenado a vivir en campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia), la ha ido reduciendo, hasta hacer imprescindible la colaboración de organizaciones no gubernamentales como ANARASD.

En ella coopera también el traumatólogo ribero Javier Catalán, del Hospital Reina Sofía de Tudela, junto a un equipo técnico de mantenimiento, otro de atención primaria de especialidades médicas como salud mental, traumatología y cardiología que, gracias al apoyo económico que les brinda el Gobierno foral y, en ocasiones, de Ayuntamientos concretos como el de Tudela y Pamplona, cubren las carencias sanitarias y de formación que, entre otras, registra la población saharaui. De igual forma, llevan medicinas y alimentos al Sahara cuando así lo requiere el organizado Gobierno saharaui, y coordinan otros proyectos, como la construcción hace unos años del Hospital de Aaiun, uno de los campamentos de refugiados.

Para Ana Baños, “lo importante no son nuestros nombres sino la situación que allí se vive y a pesar de la cual no dejas de admirar la capacidad de ese pueblo para sonreir y sobrevivir, a la espera de que alguien tome conciencia de su precaria situación, y que te impulsa siempre a volver allí”.