En ocasiones pensamos que sería bueno para nuestra empresa hacer cambios, pero muchas veces la palabra cambio puede causar miedo, incertidumbre e inseguridad… tal vez sea porque las consecuencias puedan ser negativas, o eso es lo que siempre pensamos en primer lugar, pero ¿qué tal si analizamos todas las consecuencias con el fin de reducir aquellas que resultan negativas?. Si conocemos qué puede ocurrir, podremos manejar con mayor soltura las situaciones no deseadas con el fin de reconducirlas a lograr nuestros objetivos, y es que los cambios pueden ser una gran oportunidad para las empresas y los empleados a nivel profesional y personal.
Lo primero que tenemos que tener claro es qué cambios queremos y tenemos que hacer, con el fin de convencer a nosotros mismos y a todos los empleados implicados sobre su importancia. Una vez logrado, habrá que conocer al detalle cuál es la situación interna y externa de la empresa, planificar el proceso el cambio, ejecutarlo y asentar el cambio previsto.
Por lo general siempre se le da mucha importancia a la planificación y ejecución, pero resulta de igual o mayor importancia conocer cuál es la situación de la empresa e identificar claramente cuáles son las áreas de nuestra empresa que queremos modificar, ya que según qué área sea podremos utilizar unas herramientas u otras en el diagnóstico previo, ejecución del cambio y asentamiento de este, que nos faciliten el proceso y es que tal y como decía Henry Ford “ nada es especialmente difícil si lo dividimos en tareas pequeñas”.
Una vez decidamos realizar un cambio es muy recomendable asesorarse y rodearse de un buen equipo técnico especializado en las áreas que queremos modificar, con el fin de reducir las consecuencias negativas puedan surgir y de aumentar las probabilidades de éxito. Recuerda que “quien no arriesga no gana”.
