Con la llegada de la Navidad, el número de celebraciones y festejos se suceden a un ritmo frenético. Los menús tradicionales se transforman en copiosos manjares con un alto contenido en grasas, y las bebidas alcohólicas se abren paso como complemento indispensable en todo brindis. Sin embargo, los excesos que se viven en estos días pueden acabar con incómodas digestiones o en la sala de espera de algún hospital.
En estas fechas, las urgencias hospitalarias registran un incremento del 20 y 25%. “Generalmente, el grueso de las consultas que recibimos son de carácter leve o moderado”, señala la Dra. Natalia Borruel, portavoz de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y médico adjunto del Servicio del Aparato Digestivo del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona. Estos cuadros, caracterizados por una sensación prolongada de pesadez, náuseas, vómitos y un ligero dolor abdominal, tienden a remitir a base de dieta ligera y sin necesidad de hospitalización.
Sin embargo, en aquellos casos en los que exista una patología crónica, los expertos recomiendan tener más precaución ante los excesos a fin de evitar despertar estas afecciones o provocar complicaciones paralelas. “Estas personas deben evitar comidas abundantes en grasas”, puntualiza esta especialista.
Por ello, conviene elaborar menús ligeros a base de frutas y verduras como alternativa a los platos con alto contenido en grasas. “El estómago vacía con más dificultad este tipo de comidas, con lo que estimula más todas las secreciones intestinales provocando molestias”, explica la doctora. Asimismo, un consumo en exceso de alcohol puede derivar en cuadros graves de intoxicación etílica. La mejor forma de frenar sus efectos es alternar las bebidas alcohólicos con zumos naturales y/o agua, y, en cualquier caso, acompañarlas de alimentos.
