Valverde

Cambio de horario en medio del debate

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Este fin de semana, concretamente en la madrugada del sábado 26 al domingo 27, habrá que ajustar los relojes para adaptarnos al horario de invierno. Concretamente, a las 3:00 horas deberemos retrasar una hora las agujas para que sean las 2:00 horas.



El origen de esta medida radica en el beneficio que reporta en términos de ahorro energético. No obstante, la actualidad política rodeará a este simple gesto, al que tan acostumbrados están los españoles, de un halo de debate y discusión.



De un tiempo a esta parte, la idea de readaptar nuestros relojes a la pauta que marca el meridiano de Greenwich (hora británica) ha cobrado fuerza entre expertos en conciliación y competitividad, llegando incluso a los asientos del Congreso de los Diputados.



España mantiene un huso horario diferente al que le corresponde por situación geográfica. La razón es histórica. Franco lo cambió en medio de la II Guerra Mundial, como gesto de alineación con la Alemania nazi que amenzaba con dominar Europa y que también impuso esa fijación horaria a otras naciones como Portugal o el mismo Reino Unido. Tras el fin del conflicto, la mayoría de países afectados por esa imposición restablecieron sus respectivos husos.



Sin embargo, España (al igual que Francia) ha mantenido el huso alemán desde entonces y hasta nuestros días, habituando a la población a fijar una rutina difícil de abandonar. Hoy en día, regresar a la hora de Londres supondría para los hábitos y costumbres españolas un cambio drástico a todas luces. Esa es una de las razones que presentan los detractores de esta hipotética medida, que implicaría adelantar las comidas y la hora de acostarse.



Pese a ello, son muchas las voces que consideran esta adaptación como algo necesario, ya que, según ellos, mejoraría la productividad en el trabajo y habría mejores posibilidades de conciliación con la vida laboral. España, tercera por la cola a nivel europeo en términos de productividad en el trabajo, se vería supuestamente beneficiada al instaurar jornadas laborales continuas y con menos puntos muertos producidos por la fragmentación de horarios a la que estamos acostumbrados.