Dicen que es tiempo de recortes. Que son necesarios. Lo dicen UPN y PP en Tudela, y UPN y PSN en Navarra. Nos toman el pelo, nos quitan derechos, y quieren que les aplaudamos. No quieren escuchar nuestras preguntas: ¿Quiénes son los responsables de que las arcas públicas estén vacías? ¿Quiénes gastaron en lo que no debían? ¿Quiénes son los responsables de haber dilapidado nuestro erario? ¿Por qué vuelven contra la gente la inutilidad propia? ¿Por qué pretenden sanear las arcas institucionales mermando la capacidad adquisitiva general en lugar de buscar ingresos de quienes más tienen y de exigir a los gobiernos sus obligaciones? Si les preguntas, mutis por el forro.
La respuesta viene en forma de cascada de atropellos: aumento de tasas por encima del IPC, eliminación de servicios, cobro hasta por respirar. Les da igual Educación que Sanidad que Cultura. Por recortar, recortan hasta la renta básica, que es el único y básico ingreso de esos miles de familias excluidas del mercado laboral y de todo tipo de subsidio.
Ante los recortes, que no cunda el desánimo. La indignación puede más que la apatía, la rebeldía más que la sumisión. Durante las últimas décadas, las movilizaciones sociales lograron arrancar en toda Europa mucho bienestar. Ante la situación actual, también hay quienes levantan la cabeza. La Maruja de Nou Berris, una joven de 75 años, una mujer de los pies a la cabeza, ha mostrado el camino.
El Alcalde convergente de Barcelona se ha quedado compuesto y sin premiada, con la medalla que el Ayuntamiento iba a conceder a esta luchadora vecina precisamente por haberlo sido. Ella ha rechazado el premio con dignidad, porque no podía aceptar la medalla de quien está llevando a cabo tantos recortes en derechos adquiridos con su lucha y la de tantas mujeres y hombres que, como ella, han abierto camino y dado contenido a un Estado de Bienestar que ahora pretenden desmontar.
El previo navideño nos ha dado una alegría: La Maruja, una indignada con gran dignidad.
