Zaragoza

Alcanzar la paz interior

El centro cultural Castel Ruiz de Tudela ha organizado un ciclo de conferencias que nos plantea la pregunta de si es posible un mundo en paz. El programa incluye un taller práctico sobre paz interior, ese bienestar emocional y espiritual, esa tranquilidad profunda tan difícil de lograr en medio de una vida tan ajetreada, y que sólo obtenemos cuando somos capaces de desconectarnos de los pensamientos inquientantes o inútiles.

Alcanzar esa paz interior es posible. Lo comprobé personalmente hace más de un año, al asistir a un curso de meditación en el que el concepto clave era la consciencia. A través de unos ejercicios de respiración y mentales -que es imprescindible aprender de la mano de un maestro- llegas a ser consciente de tu propia consciencia. Es en ese punto y en ese juego de palabras donde se alcanza la calma plena, un silencio mental que llena al cuerpo de energía, que le permite descansar de los momentos de tensión a los que está sometido a diario por el miedo, las preocupaciones, el estrés, el dolor...

No obstante, asistir a un curso de este tipo no es la panacea a la desconexión, durante un tiempo equis, del ritmo frenético de la vida diaria. No vale asistir al curso, aprender la teoría y lograr, de un plumazo, ser consciente de tu propia consciencia, porque, como todo, ello alcanzar este estado sin demasiado esfuerzo, conlleva la difícil tarea de la práctica diaria. Es un entrenamiento, como quien comienza a practicar bicicleta, con escaso fondo, y lo va adquiriendo a fuerza de dedicar cada día un poco más de tiempo a este deporte. Si se practica la meditación, uno llega a ser capaz de, por ejemplo, no alterarse en medio de una discusión... Tan sólo hay que instalarse en la consciencia, en ese remanso único de quietud y silencio, que no es incompatible con una actividad paralela, aunque ese, realmente es el summum del summum.

Pero siendo sincera, con la agenda diaria, tan llena siempre, encuentras excusas para no dedicarte ese tiempo personal que realmente deberíamos buscar todos para vivir unos minutos de paz, recargar las pilas, estar en contacto con nuestro ser interno y, por ende, transmitir esa paz a los que nos rodean. Si lo hiciéramos todos, estoy convencida de que lograr un mundo en paz -o al menos nuestro micromundo- no sería tan utópico.