Tudela

Adolescentes y salud mental

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La prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes está en torno al 20%, es decir, uno de cada cinco menores. En esta línea la Organización Mundial de la Salud afirma que debe ser prioritaria para la Salud Pública la puesta en marcha de programas de prevención en salud mental, basados en la evidencia científica, por mucho que sus resultados sean a largo plazo y supongan un coste económico.

La prevención primaria consiste en un tipo de intervención previa incluso a la existencia de la enfermedad y pone el acento en promocionar la salud y el bienestar, tanto en la población general como en grupos de riesgo.

Hay que recalcar también la importancia de la detección precoz de los primeros síntomas, denominada prevención secundaria. No en vano, la mitad de los trastornos mentales del adulto han tenido algún tipo de manifestación en la infancia o adolescencia. Una pronta intervención disminuye la duración de los síntomas y previene el deterioro a largo plazo. En este sentido, los cambios en el comportamiento, como el retraimiento social, pueden ser un primer síntoma que se deben valorar junto con otros aspectos como la tristeza, vaguedad del lenguaje, consumo de tóxicos, etc.

No es tarea fácil la detección rápida de las enfermedades mentales graves ya que casi todos los síntomas psiquiátricos pueden igualmente ser componentes de comportamientos evolutivos normales. Estas enfermedades son entendidas como un contínuo, como por ejemplo la tensión arterial: es un rasgo común de la población y todos la tenemos en un grado o en otro. El diagnóstico de enfermedad depende del grado. A pesar de esto, los programas de detección e intervención precoz en psicosis han tenido resultados esperanzadores.