Opinión

Yo suelo imaginarme personajes

“La pasión es una obsesión positiva. La obsesión es una pasión negativa”. Paul Carvel

Raúl del Pozo escribió en el diario El Mundo, concretamente, en el último párrafo de su artículo del viernes pasado, 21 de abril de 2017, que llevaba el título de “No escribir gratis”, lo siguiente: “Todo está escrito y dicho, pero como nadie lee ni escucha, hay que repetir las cosas: escribir gratis es algo más que competencia desleal; es dumping de chuflas, por no decir gilipollas, para hundir el oficio”.

A mí, como dejó escrito en letras de molde y, seguramente, dijo más de una vez François-Marie Arouet, “Voltaire”, me pasa tres cuartos de lo mismo que a don Alonso Quijano, que “me invento pasiones para ejercitarme”. Así que, para darles el curso anhelado, suelo imaginarme personajes que las coronen, cumplan o lleven a feliz término. Uno de mis heterónimos preferidos, Emilio González, “Metomentodo”, lector empedernido, que suele discrepar o disentir hasta de quien lo ideó, su seguro servidor, y, por cierto, trenzó los renglones torcidos que ahora usted, atento y desocupado lector, sea ella o él, lee, quien, de modo asiduo, tiene a bien prestarle de buena gana su caletre y de mejor grado su péndola para existir, ha venido a demostrar su lato y profundo desacuerdo con el criterio o parecer que vertió el reputado columnista en el mentado artículo verseando, a modo de refutación, asperjada con inconcuso sarcasmo, el soneto que, si no tiene cosa mejor que hacer, podrá leer a continuación bajo el rótulo que porta, “¿Qué derriban o vuelan los mejores?”:

¿Que está repleto el orco de escritores / diletantes, que no cobran un duro, / Quiero decir, un euro, por el muro / de incomprensión que vuelan los mejores? // Yo advierto en sus escritos los colores / propios del arcoíris más maduro. / Y aprecio con deleite el vario y puro / abanico o panoplia de sabores. // Como Bernard Shaw dijo que el infierno / está lleno de músicos con musa / que en otoño no cobran ni en invierno, // tampoco en primavera ni en estío, / quien derrocha empatía nos acusa / de hundir su oficio, sí. ¡Menudo tío!

Ángel Sáez García

Licenciado en Filología Hispánica