Opinión

En el nombre de Dios

Las trágicas e impactantes noticias de los atentados de Francia televisadas al mundo entero transcienden como una bola de fuego sobre los valores de las culturas occidentales.

Sólo cuando la barbarie ataca a personas inocentes o sentimientos libertarios somos capaces de reivindicar y exigir los derechos universales. Derechos que afectan a todos y cada uno en este planeta. Las manifestaciones de ira y condena son legítimas en tanto y cuanto sirvan para defender el derecho a la vida, a la libertad de expresión, etc. ¿Cómo es posible que al frente de estas reivindicaciones se encuentren líderes políticos que bombardean escuelas en Palestina, que secuestran portadas de revistas, cierran periódicos, ilegalizan partidos políticos o pretenden acabar mediante amenazas de cárcel con las protestas sociales en España? El funcionamiento neurológico de determinados cerebros se desarrolla en torno al poder, a la codicia y al dinero. De no ser así, los países exportadores de armas que regalan muerte y fanatismo a cambio de dólares y petróleo cerrarían ese genocida negocio. En el derecho de libre expresión que me corresponde, quiero hablar en el nombre de Dios, de mi Dios. Ese dios que todos tenemos dentro, el de la racionalidad.

Alfredo Gil ‘Txiki’

Trabajador