Opinión

Temor en las aulas

Menos mal que estudié Derecho en lugar de Magisterio, como quería mi abuelo, me cuenta un buen amigo y compañero. No es porque piense que unos estudios y la profesión que desarrollan sean unos mas importantes o de mas prestigio que otros, nada de eso, se refiere a que no sería capaz, me insiste, hoy en día de acudir a su aula de instituto, colegio o escuela y enfrentarse diariamente, supongo que cada vez mas difícil tarea de “educar”.

El profesor de ahora, sin duda padeció temor en su aula cuando no hace mas de treinta años se sentaba en su pupitre, temor a ese profesor, maestro y en no pocos casos cura, autoritario, déspota y no pocas veces desequilibrado, que, sin razón alguna- nunca hay razones – abofeteaba de forma violenta y pública, incluso con alevosía y mas de una vez con nocturnidad a ese alumno que temblaba al oír como se pronunciaba su apellido- casi nunca el nombre-, se recogía hacia arriba la manga de la camisa o de la sotana al tiempo que se desprendía de su reloj de muñeca

y atizaba el bofetón o serie de bofetones al atemorizado alumno. Pese a ello, a nadie, incluido el agredido, se le ocurría contar nada en casa, menos aún si se trataba de internado, pues la convivencia familiar era mas alejada.

Ahora, el temor en el aula, contrariamente lo padecen los profesores, no quiere decirse violencia física, si acaso en supuestos excepcionales, sino psíquica, que no se muy bien cual de ellas es peor, teme también implicarse en el problema, pues seguramente le acarreará mas de un disgusto, que no está dispuesto a soportar. Si los especialistas desconocen el origen de tan radical transformación, uno que es profano mucho menos podrá aportar.

Un agricultor, de Ablitas, de avanzada edad y cuyos únicos estudios que cursó, fueron acudir a su escuela, cuando podía y no mas allá de haber cumplidos los 12 años, me hacía hace unos días la siguiente reflexión: No será, que la tan ansiada libertad por la que tanto se implicaron, entre otros muchos los que ahora se hallan padeciendo el temor en las aulas, no la hemos sabido administrar.